¿cuáles son los argumentos para la independencia de la Iglesia y el Estado?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Al querer ser moderno, el naciente Estado se enfrentó a un mundo tradicional en el cual la Iglesia católica jugaba un papel primordial en el control sociopolítico y económico. En la actualidad, pese a que ha perdido el exclusivismo de antaño, el hecho de que el 90 % de los colombianos afirme ser católico, según el Vaticano, le permite seguir participando en asuntos que le competen a toda la sociedad.
Explicación:
En 1808, cuando el rey de España Fernando VII fue tomado prisionero por Napoleón Bonaparte, multitud de voces se alzaron para condenar ese hecho. La Iglesia católica, tanto en la Península como en sus colonias, no fue la excepción. Afirmaba que ese acto atentaba contra la soberanía del monarca, la cual provenía de Dios –explicación que se daba desde por lo menos el siglo xvii– es decir que era de origen divino.
Sin embargo con el paso del tiempo lo que parecía una actitud monolítica comenzó a presentar fisuras. En las colonias americanas fue creciendo el número de quienes cuestionaban no solo la soberanía del monarca, sino que esas colonias siguieran unidas a España, con lo que se ponía sobre el tapete una posible independencia. Aunque la jerarquía de la Iglesia católica y buena parte del clero secular y regular estaban en contra de la separación de las colonias de su metrópoli, sectores de esa institución vieron con buenos ojos que se diera la separación.
Quienes se oponían lo hacían argumentando que se vulneraba flagrantemente el orden natural y el derecho divino, en el que se afirmaba que la soberanía del monarca provenía directamente de Dios. Por su parte, quienes la respaldaban indicaban que España no había cultivado una buena relación con sus colonias, y por lo tanto se justificaba la independencia; uno de ellos fue el clérigo Juan Fernández de Sotomayor con su célebre catecismo político de 1814.
Para ventilar la discusión se emplearon mecanismos religiosos como sermones, catecismos, pastorales, oraciones, rogativas y plegarias, entre otros. La controversia fue latente desde finales de la primera década del siglo XIX hasta cuando la Independencia era un hecho consumado, es decir en los primeros años de la década de 1820.