¿cuales son los 2 puntos mas importantes del Tratado de Arica?
el curso es personal social
Respuestas a la pregunta
El autor de estas líneas dedica su trabajo a la opinión pública de América y Europa, a los intelectuales, a los periodistas, a los obreros, a todos los hombres de recta conciencia y de nobles sentimientos. Por muy modesta que sea su personalidad, no lo es la causa que tiene la fortuna de defender. Alentado por la magnitud y trascendencia de su empresa, se dirige, seguro de despertar una cordial compenetración de ideas y de afectos, a cuantos -hombres de razas diferentes, pero de un común y generoso entusiasmo por la justicia- sientan como propias las violaciones de la moral y del derecho.
Cuando una ráfaga de idealismo pasa por el mundo, tronchando la obra de la iniquidad, no es posible que en el corazón de este continente siga imperando la injusticia. Hay dos pueblos oprimidos que reclaman su libertad; hay dos pueblos mutilados que piden la reintegración de su derecho. Tarapacá y Antofagasta, Tacila y Arica, hace más de treinta años que siguen atadas —4→ al carro del vencedor. El mundo lo ha consentido y tolerado, porque sobre su conciencia pesaba como un sortilegio de preocupaciones y errores, de equilibrios e intereses encontrados. De pronto ha resonado, entre los fulgores de gloria de las batallas, el verbo de la nueva humanidad, personificado en el gran estadista americano. Y esa lumbre ha esclarecido la conciencia universal. Todas las injusticias, todos los atentados, todos los ultrajes a la soberanía de las naciones quedan al descubierto. Ya no es posible celarlos con la indiferencia, ni defenderlos con la fuerza. La firmeza no tiene hoy ningún valor si no está acompañada por el derecho.
El tratado de paz ha sido roto por el pueblo mismo que nos lo impuso. De atropello en atropello, de coacción en coacción, Chile ha ido borrando una a una las cláusulas de un pacto, que nos dictó un día por el hierro y por el fuego.
Pues bien: ese pacto, que Chile no quiso cumplir, está caduco. Nosotros lo repudiamos y lo desconocemos. Esa es hoy la palabra del Perú.
Ha llegado la hora en que van a residenciarse todos los valores y todos los títulos de dominación. Quien no puede ostentar sino la fuerza y la conquista como instrumento de su poderío, tiene que declararse vencido y fracasado en esta suprema reivindicación de los derechos humanos.
El alma de América, el alma de la raza latina propicia a todos los entusiasmos, ha —5→ de vibrar al unísono con los que proclaman la libertad, que es la sustancia y la razón de ser de este continente. Para nosotros los americanos -ha dicho Wilson- el derecho es más precioso que la paz. Y para hacerlo triunfar, emprendió su pueblo la generosa cruzada de liberación, que ha redimido a Europa de la última supervivencia del despotismo feudal.
La causa peruana -que es la causa de la justicia- no necesita para triunfar del estrépito y vocerío de la fuerza. Va a ser un triunfo incruento, pedido y reclamado por la conciencia universal. Sólo le basta que cristalice y se imponga, en el mundo la idea democrática del derecho de los pueblos a disponer de su suerte.
A esclarecer esa conciencia están enderezadas las páginas históricas que van a leerse. Como modesto contingente a la gran obra de libertad y justicia, el autor de estas líneas -que no quiere engalanarse con lauros que no le corresponden- ha resumido y compendiado del mejor modo que le ha sido posible, adicionándola con el relato de los hechos posteriores a su publicación, la notable obra de D. Víctor M. Maurtua, titulada «La Cuestión del Pacífico» (1901), que por la amplitud de sus dimensiones, acaso no pueda servir para la propaganda y difusión del derecho peruano, que es lo que nos proponemos, sino como un libro selectísimo de consulta para los que quieran seguir en su vasto desarrollo los títulos que avaloran nuestra causa.
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¡Feliz quien ha trazado estos renglones si logra atraer a la causa del Perú a algún espíritu noble, desinteresado y justiciero, que a la contemplación de la realidad expuesta someramente en estas páginas, donde se ha procurado sofrenar el ímpetu de la pasión, arda en santa ira contra los que han mancillado el honor del continente, implantando en América la desmembración y la conquista!