¿Cuales son las realidades sociales que vive México?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
I. Principales problemáticas que se enfrentan en este ámbito
Desde el último tercio del siglo XX se ha venido incrementando la percepción de un malestar generalizado en el mundo contemporáneo que ha llevado a hablar de una crisis civilizatoria. Esta situación es producto de un cambio de época a nivel global. Las estructuras económicas y políticas heredadas como el capitalismo y el Estado-nación, así como las instituciones y referentes que dieron sentido por siglos (iglesias, familia, partidos políticos, estructura educativa etc.) se resquebrajan. A la par, nuevas formas de convivencia humana, no exentas de contradicciones y tensiones, están emergiendo facilitadas y promovidas por las nuevas tecnologías de la comunicación.
Esta compleja realidad social se manifiesta de diversas maneras en nuestro país. Los ámbitos económico y político manifiestan una serie de disfuncionalidades y contradicciones debido a las estrecheces inherentes a estos sistemas institucionales, como también a las propias dinámicas de exclusión/inclusión, con sus secuelas de marginación y desigualdad heredadas del pasado. Del mismo modo, se puede observar cómo la peculiar cultura moderna/posmoderna centrada en el individuo y el pluralismo coexiste con formas de socialidad indígenas, coloniales y post modernas. Esto nos permite afirmar desde una perspectiva global, que la crisis generalizada y multidimensional, que experimenta la sociedad mexicana, no es puramente endógena ni impuesta. Tal es el caso de tres problemas ancestrales de la realidad social mexicana que se han exacerbado en los últimos cincuenta años: la desigualdad, la exclusión y la violencia.
II. Principales injusticias
Desigualdad y exclusión
Si bien es cierto que desde su pasado colonial México se ha caracterizado por una enorme brecha entre los pocos que tienen mucho y los muchos que apenas tienen algo, en el último medio siglo esa brecha se ha ensanchado. A este respecto resulta ilustrativo que México sea la patria de un 20% de la población que gana más de trece veces lo que percibe la población que ocupa el 20% inferior.
Esta desigualdad tiene su correlato económico, social, cultural y político con una enorme masa de desposeídos marginados del tener, del saber y del poder, lo que se expresa en un gran número de personas que no tiene acceso a servicios de salud y carece de atención médica de calidad, falta de acceso a la educación por tener que trabajar, y quienes tienen oportunidad acceden a educación de mala calidad, campesinos y otros grupos que han tenido que abandonar el campo, sus negocios y casa, y migrar para huir de la violencia y la miseria, con las dramáticas consecuencias que esta movilidad conlleva (pérdida de redes sociales, separación de las familias, problemas de salud mental, derivados del proceso de aculturación que deben enfrentar en el país anfitrión, así como la exclusión de amplias franjas de la población a empleos dignos, a condiciones dignas de vivienda y a un futuro en el sentido amplio del término. La exclusión va más allá de lo económico, ya que también a través del racismo, la homofobia, el patriarcado, el clientelismo, la ideología y la discriminación étnica y cultural.
Violencia
Hoy México está sufriendo una situación de violencia estructural mezclada con violencia criminal organizada (y desorganizada), pública y privada, oficial y clandestina. Lo que a ojos de muchos se lee como una situación de guerra por el control de los territorios, el despojo, el trasiego y el mercado de las drogas; situación que ha alcanzado una visibilidad particular a partir de 2007. De acuerdo a algunos informes, como el de Amnistía Internacional México o el reportado en la revista Nexos de enero de 2015, esta guerra alcanzó a finales de 2013, sesenta mil asesinados y veintitrés mil desaparecidos en el país Esta guerra ha revelado la colusión entre delincuencia, mercados y gobiernos. Una de las consecuencias más inmediatas de lo descrito es la situación de miedo e incertidumbre en prácticamente todas las capas de la población. Cabe hacer mención que la intrincada red de intereses de la clase política mexicana en su conjunto y la