cuáles son las principales preocupaciones de Maximiliano y Camila por que
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Camila nació en Santo Domingo, República Dominicana el 9 de abril de 1894. Fue la cuarta hija (la única mujer) del matrimonio entre el intelectual y expresidente dominicano Francisco Henríquez y Carvajal y la prominente poeta y educadora Salomé Ureña. Su madre Salomé murió en 1898 cuando Camila tenía cuatro años, por lo que su hermano Pedro fue su mentor y le inculcó el legado de su madre.
En 1904, a los nueve años se trasladó con su padre y su madrastra Natividad Lauranson a Cuba. En 1917 recibió su doctorado en Filosofía, Letras y Pedagogía en la Universidad de La Habana. Su tesis "Las ideas pedagógicas de Eugenio María de Hostos" la realizó en honor al ilustre educador puertorriqueño y mentor de su madre Eugenio María de Hostos. Desde 1918 hasta 1921, Camila tuvo una breve estadía en Minnesota, donde estudió y fungió como profesora en la Universidad de Minnesota. En 1922 regresó a Cuba, convirtiéndose en ciudadana cubana en 1926. Vivió en París y estudió en La Sorbona desde 1932 hasta 1934.
En la década de 1930, durante su estancia en Cuba, formó parte de organizaciones feministas, así como de instituciones culturales y eventos. La más notable de sus actividades fue su papel como cofundadora y presidente de la revista Lyceum2 y de la Institución Hispano Cubana de Cultura.
En 1941, realizó varios viajes como conferencista hacia algunos países de América Latina (Panamá, Ecuador, Perú, Chile, Argentina y México). En 1942 se mudó a los Estados Unidos y se dedicó al magisterio hasta 1959 en la Universidad de Vassar en el Departamento de Estudios Hispanos, donde se desempeñó dos veces como presidente y fue profesora titular. Durante varios veranos entre 1942 y 1959 en su residencia en los Estados Unidos, Camila también estuvo en la facultad de idiomas y literatura en el Middlebury College, especialmente dando clases de español. En su año sabático de 1948, Camila aprovechó para viajar a México y trabajar en el Fondo de Cultura Económica. A través de la década de 1950, también viajó a España, Italia y Francia.
Su pensamiento agresivo y feminista ponía en peligro su permanencia en los Estados Unidos, pero su fama de educadora y filósofa, y los títulos ganados en varias universidades estadounidenses la salvaron del ostracismo. Comulgando con los ideales de la Revolución cubana, Camila, sin embargo, renunció a su pensión como profesora emérita en el Vassar College para regresar a Cuba y participar en la reestructuración de la Universidad de La Habana, donde enseñó en el Departamento de Literatura Latinoamericana hasta su jubilación en 1970.
Esos años fueron decisivos en su permanente preocupación por el papel de la mujer en la cultura y en la creación. Precisamente sus ensayos sobre la presencia femenina en el romanticismo y en sus estudios dedicados a la poesía de mujeres, como el caso de Delmira Agustini, se orientan a este propósito.