Cuáles son las principales críticas al proceso de privatización de empresas públicas
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1) A pesar de su impulso al desarrollo económico, las privatizaciones suelen ser criticadas, sobre todo a causa de las reducciones de puestos de trabajo, a menudo necesarias para hacer competitivas las antiguas empresas públicas. La pérdida de empleos en las empresas privatizadas es traumática. Así, en Argentina, decenas de miles de trabajadores de las antiguas empresas públicas se han quedado sin trabajo. El desempleo ha crecido como resultado de las privatizaciones, pero también de la liberalización económica. Lo que ha provocado un grave problema social y una situación que alimenta manifestaciones antigubernamentales1. Es posible que el crecimiento económico favorecido por el ajuste disminuya en el futuro el desempleo, pero, por ahora, la tasa de paro, en Argentina, se sitúa en el 18%. Sin embargo, Hausmann (cfr. Le Monde 11-II-97) concluye que, de 12 casos de privatizaciones ( 9 en Latinoamérica y 3 en Gran Bretaña), los resultados han sido una mejora del bienestar general en 11 de los casos. La excepción es la de las líneas aéreas mexicanas, cuyos errores se han corregido después.
2) Probable perjuicio a las clases más necesitadas. Algunos ven en las privatizaciones un riesgo para las clases con mínimos recursos económicos. La prestación de servicios por parte de las empresas antes públicas y ahora privadas, puede dejar fuera a los más necesitados por no ser rentable. Este inconveniente puede, en muchos casos, corregirse a través de una adecuada regulación previa a la privatización de las empresas que prestan servicios esenciales.
3) Enajenación del patrimonio nacional. Las reservas nacionalistas a la adquisición de empresas públicas por capital extranjero, aunque han perdido gran parte de su fuerza, siguen presentes. Sin embargo, muchos advierten que la inversión extranjera es indispensable para financiar el crecimiento económico, y que a fin de cuentas, lo importante para la región no es tanto la titularidad de las empresas, como su aportación al bienestar nacional.
4) Concentración del poder económico. Si el proceso privatizador está mal implantado se puede producir una concentración de poder en un pequeño núcleo de empresas grandes. Los llamados "núcleos duros". Sin embargo, mucho más fundamento suelen tener las críticas a la insuficiente transparencia de los procesos de privatización, que a menudo han beneficiado a grupos de empresarios ligados al poder político. Es un tipo de crítica que se repite en países como México o Bolivia. De ahí que el proceso de privatización deba hacerse con total transparencia con el fin de reducir las posibilidades de corrupción, de colusión y de uso de información confidencial, elementos que originan ganancias privilegiadas en la venta de bienes públicos. Por otra parte, una mayor transparencia también puede contribuir a alcanzar otros objetivos. Al exponer el proceso a una mayor publicidad se facilita la detección oportuna de eventuales errores y se permite determinar si los objetivos establecidos por el gobierno -tanto en lo relativo al proceso de privatización como al resultado final- van siendo cumplidos de forma razonable. La transparencia facilita, además, el proceso de aprendizaje mediante la práctica, que es parte inherente a todo programa gubernamental de privatización.
5) Poner en peligro la capacidad productiva del país. Muchos creen que existe un riesgo para la capacidad productiva de un país si se entregan al sector privado industrias como la defensa, astilleros, el sector del aluminio, petroquímico... Esto puede ocurrir si el sector privado no es capaz de gestionar esas empresas adecuadamente. Sin embargo, hay signos de que la reforma microeconómica en América Latina se encuentra en marcha; por ejemplo, la evolución del comercio internacional refleja mejoras en la competitividad de las empresas de estas economías. Por el contrario, en las industrias de bienes de capital y en los sectores intensivos en tecnología, que suelen constituir la mayor fuente de progreso, los países latinoamericanos tienen un largo camino que recorrer. En cambio, los países situados en el sudeste asiático obtienen mejores resultados que los países latinoamericanos.
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