¿Cuáles son las principales críticas a las fronteras?
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Respuesta:
El interés que guía esta investigación es tratar de comprender la influencia que una corriente teórica muy en boga como la posmodernidad puede tener en una disciplina empírica y con vocación comprensiva como la antropología, en el caso concreto del estudio de los espacios fronterizos. Sin embargo, el principal objeto de estudio de este artículo no será tanto la realidad estudiada por los antropólogos, sino las teorías o marcos teóricos de los que parten, en lo que podríamos denominar "epistemología de la antropología". Cabe mencionar una aclaración conceptual que puede resultar de utilidad para ubicar este escrito: siguiendo a Popper, mantendremos que "no hay hechos sino para teorías" (1962:49), es decir que al optar por un marco teórico determinado (por ejemplo un enfoque moderno o posmoderno) la misma realidad estudiada (en este caso, la frontera), va a ser entendida de modo distinto. Ahora bien, esta constatación no va a suponer en ningún momento una postura escéptica o relativista (entendiendo por el primer adjetivo, la posición que duda de la posibilidad del conocimiento de la realidad; y por el segundo, la convicción indiferente de que un marco teórico es igual que otro, no siendo posible comparar distintas aproximaciones teóricas y decidirse por una de ellas). En contraste con estas actitudes, desde un primer momento admitimos partir de un enfoque realista epistemológico, que puede comparar y criticar distintos marcos conceptuales a partir de los cuales puede conocerse la realidad.
A continuación, nos referiremos a distintos momentos de la historia de la antropología (con ciertas confluencias de otras ciencias sociales), para situar el problema que pretende abordar este artículo. En primer lugar, cabe destacar la explicación de Moreno Feliú, quien entiende los primeros estudios de casos antropológicos como "la foto fija de la época clásica" (2010:50), que tendía a aislar las sociedades estudiadas en un marco espacial y temporal cerrado e invariante. Algunos ejemplos de esta primera aproximación teórica pueden ser las etnografías de Boas con los Innuits, los trabajos de Mead en Samoa y Nueva Guinea y los de Evans-Pritchard con los Azande y los Nuer.
La principal crítica que recibieron estas etnografías se debe al carácter monádico de sus conceptos que les impedían aprehender las relaciones y vínculos que se daban entre distintas formas de vida (o incluso, entre el antropólogo y la cultura estudiada). Es decir, al entender cada cultura como una unidad cerrada y claramente delimitada, estos primeros antropólogos no lograban aprehender los vínculos, relaciones y contactos que se establecen entre distintos grupos humanos.
Eric Wolf, cuya crítica epistemológica a las primeras etnografías inspira el presente artículo, fue uno de los primeros autores en poner en cuestión el modelo clásico y monádico de la antropología, y destacar, por el contrario, que la "humanidad constituye un total de procesos múltiples interconectados, y que los empeños por descomponer en sus partes esta totalidad […] falsean esta realidad" (Wolf 1984:15).
Siguiendo esta crítica de Wolf, nos interesa destacar que los primeros antropólogos tomaban como punto de partida de sus etnografías una "unidad metodológica de indagación" (Wolf 1984:28) (el concepto cerrado y limitado de cultura al que ya nos hemos referido) y confundían esta unidad conceptual con la realidad estudiada, dando la impresión de que todas las culturas se encontraban separadas entre sí, obviando las interconexiones y contactos que se han dado a lo largo de toda la historia de la humanidad.
Puede resultar aclarador aludir a una crítica más contemporánea a esta confusión conceptual propia de las primeras manifestaciones de la antropología. Se trata del posicionamiento de Dolors Comas, para quien los primeros antropólogos entendían que cada cultura poseía "un conjunto de rasgos que le son propios, cuyos límites coinciden con los de un grupo humano y se concretan en una determinada área. Así, una cultura resulta ser específica y definible en el espacio y en el tiempo, siendo aquello que define e identifica a un grupo humano y lo diferencia del otro" (Comas 1998:31). A partir de esta comprensión localizada y bien determinada de las culturas, el trabajo de estos primeros antropólogos se entendía como "identificar y describir [sus] rasgos de forma más o menos detallada y exhaustiva" (Comas 1998:31).
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