Las fiestas de patio o awílachi están muy relacionadas con sus actividades agrícolas y familiares, colocan un altar con tres cruces al oriente de un patio circular para el ritual si van a curar a una persona, pedir la lluvia, antes de sembrar o agradecer la cosecha. El curandero o owirúame canta y baila, es decir reza porque eso significan para el rarámuri el canto y la danza, una plegaria; ellos se ponen contentos con la música porque alimenta sus arewá o fuerzas.El owirúame ofrece a los cuatro puntos la sangre de un chivo o vaca sacrificado y marca el ritmo de la música con su sonaja, se oyen tambores, flautas, violines y guitarras interpretando la danza del Paskol, la de Matachines y la de las Mujeres o pochi.También son importantes las ceremonias que realizan cuando entierran a sus muertos (difuntos) y la dedicada para entregarles la comida que necesitan en el largo viaje que emprenderán hacia arriba, hacia el cielo o ripa. Su sentido de comunidad es muy fuerte, están acostumbrados a trabajar en grupo, se ayudan a construir una casa, levantar una cerca, preparar la tierra para sembrar o arreglar un camino de terracería, pues consideran que es mejor el trabajo colectivo y le llaman napawí nochama; al final, la persona que recibió la ayuda les ofrece a todos tesgüino.En la fiesta de yúmari se agradece a Onorúame la vida que existe en el mundo, tal como lo han hecho durante generaciones los rarámuri. El siríame encabeza la ceremonia que inicia con un saludo frente a la cruz, los hombres le dan tres vueltas por el lado derecho y las mujeres tres vueltas por el izquierdo, eso significa que ellas son capaces de dar vida como la tierra.En el sitio se sacrifican cabras y gallinas que se cocinan en una gran olla. La danza dura toda la noche, un anciano la dirige con una sonaja y canta, mientras bailan toman tesgüino y comparten la comida que prepararon.