¿Cuales son las dos decepciones de la utopía?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:Suele pasar con las obras geniales. Lo son tanto que cada uno –léase cada corriente– las quiere para su causa. Utopía tiene tantos significados, tantas voces y tantas interpretaciones que escoger una u otra es casi una opción personal. Se cumple de nuevo que cada uno lee su propia versión de Utopía. Así, es lícito pensar en Utopía como una ensoñación de su autor que imaginó una arcadia idílica e inalcanzable donde los ciudadanos viven en armonía sin mayor trascendencia. Y vale. Pero también lo es
imaginar a un Moro muy preocupado por los acontecimientos de su época –él era un hombre muy, muy de su época– y con ganas de denuncia. Valiente como era y prudente, también lo era, igual ideó una broma literaria, un chiste de esos que te congelan la sonrisa
porque lo que desvelan es la cruda realidad. Así, señalando todo lo maravilloso y extraño que tenía ese lugar llamado Utopía y sus moradores, lo que hacía era desvelar cuán infames y equivocadas eran algunas prácticas legales y aplaudidas en la Inglaterra de
principios del XVI.
El libro es controvertido desde su primera palabra: el título. Atendiendo a la etimología griega estaría compuesta por ou + topos. Si la primera es la partícula de la negación, se trataría de un no-lugar, de lo que no existe. Lo que sí existe es otra partícula, eu,
que significa “bien, lo bueno”. Ambas parecen confluir en el significado que al final y con el tiempo se le dio a “utopía”, algo así como lo bueno, que, por desgracia, no existe.
Obra provechosa, agradable e ingeniosa
"Utopía", de Tomás Moro,
“Utopía”, de Tomás Moro, en la edición especial que Ariel publicó con motivo de su quinto centenario, en 2016.
En el caso de Utopía se puede decir que se trata de un libro que no necesita presentación. Efectivamente ya la tiene. El autor se refiere a él como “obra provechosa, agradable e ingeniosa sobre la mejor organización de una república y sobre la nueva isla llamada Utopía”. También se presenta a sí mismo como el “muy ilustre y famoso sir Tomás Moro, caballero”. Siempre, incluso en las circunstancias más dramáticas de su vida, como su encierro y condena a muerte, Moro fue aficionado al humor, a los juegos de palabras, a la ironía, la chanza, de modo que uno nunca puede estar seguro del grado de seriedad con el que hay que tomarse sus páginas; hay que elegirlo y por eso es tan personal la lectura de Utopía.
El libro se inicia con una carta ficticia del autor a su amigo real Peter Giles. En ella, además de los pertinentes saludos, le manda disculpas y explicaciones sobre el retraso en redactar los puntos fuertes de una charla mantenida con maese Rafael, un explorador que había vivido cinco años en la isla de Utopía, para que su amigo la complete con sus recuerdos o puntualizaciones. Moro viene a decir que estaba muy liado. Después de una sucesión de sus numerosas tareas concluye: “Entre tales cosas aquí repasadas transcurren los días, los meses, los años. Entonces ¿cuándo escribo?”.
Utopía como ejemplo
En el libro primero –de los dos en que se divide Utopía–, los tres amigos charlan sobre las particularidades de ese territorio que el explorador Rafael Hythloday conoció al desviar su ruta de la de Vespucio. Sus justas y buenas leyes pueden servir como ejemplo de sus ciudades, países y reinos “para corregir sus faltas, enormidades y errores”. Ante el conocimiento y la experiencia del viajero, los amigos le animan a entrar en la corte de algún rey para instruirle con sus consejos y así engrandecer la república. Sin embargo, el sabio viajero reniega de esta posibilidad. Desconfía de gobernantes interesados solo en hazañas bélicas, gestas caballerescas y todos los tipos de exhibición de poder sin respeto ni cariño ni cuidado por sus gobernados. “Si yo propusiera a cualquier rey decretos justos (…) ¿no pensáis que sin tardanza me despedirían o bien me convertirían en objeto de irrisión?”. O se volverían contra él y lo perseguirían hasta matarlo, que es lo que le pasó a Moro, cuando se negó a reconocer a Enrique VIII como cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra. Había entrado a su servicio en 1517, un año después de escribir en Utopía reflexiones como las anteriores.
Explicación:
Respuesta:
En este trabajo, en primer lugar, trato de abordar el concepto de utopía, pasando el texto de More hasta llegar a su recepción por parte de Antonio de Medinilla y de Quevedo. En matiz, por lo tanto, se escribió utopía, que sería un ensueño fuera del espacio y el tiempo, sin posibilidad de realización. Luego, desde una perspectiva diferente de la tradicional, examinamos los sueños utópicos que surgieron en ese momento, en relación con las situaciones de crisis. Al examinar el movimiento comunal, el songe de Juan Maldonado, el mesianismo imperial, los movimientos religiosos reformistas y el Viaje a Turquía. También estudiamos ensueños proféticos, en particular en el caso de Don Quijote, el movimiento de arbitraje y la Memoria de González de Cellorigo, en definitiva, los populares paraísos gastronómicos, como la Tierra de Jauja. Al concluir los temas específicos sobre los sueños utópicos españoles que esencialmente entre la realidad y la creación imaginativa, tenemos una amplia capacidad de reforma para un espacio que, como retrato, es más tentador que nunca.
Explicación: