Religión, pregunta formulada por qdaniel147, hace 1 año

¿Cuáles son las causas que defiende LAUDATO SÍ?

Respuestas a la pregunta

Contestado por allissonanag
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Respuesta:

1. Alabado seas,  mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese

hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa

común es también como una hermana, con la

cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre

tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce

diversos frutos con coloridas flores y hierba ».

1

2. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del

abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella.

Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla.

La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los

síntomas de enfermedad que advertimos en el

suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados

y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto»

(Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está

constituido por los elementos del planeta, su aire

es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y

restaura.

1 Cántico de las criaturas: Fonti Francescane (FF) 263.

1. «

4

Nada de este mundo nos resulta indiferente

3. Hace más de cincuenta años, cuando el mundo

estaba vacilando al filo de una crisis nuclear, el santo

Papa Juan XXIII escribió una encíclica en la cual no

se conformaba con rechazar una guerra, sino que

quiso transmitir una propuesta de paz. Dirigió su

mensaje Pacem in terris a todo el «mundo católico»,

pero agregaba «y a todos los hombres de buena voluntad». Ahora, frente al deterioro ambiental global,

quiero dirigirme a cada persona que habita este planeta. En mi exhortación Evangelii gaudium, escribí a

los miembros de la Iglesia en orden a movilizar un

proceso de reforma misionera todavía pendiente.

En esta encíclica, intento especialmente entrar en

diálogo con todos acerca de nuestra casa común.

4. Ocho años después de Pacem in terris, en 1971,

el beato Papa Pablo VI se refirió a la problemática ecológica, presentándola como una crisis, que

es «una consecuencia dramática » de la actividad

descontrolada del ser humano: «Debido a una

explotación inconsiderada de la naturaleza, [el ser

humano] corre el riesgo de destruirla y de ser a su

vez víctima de esta degradación».

2

También habló

a la FAO sobre la posibilidad de una « catástrofe

ecológica bajo el efecto de la explosión de la civilización industrial», subrayando la «urgencia y la

necesidad de un cambio radical en el comporta2 Carta ap. Octogesima adveniens (14 mayo 1971), 21: AAS

63 (1971), 416-417.

5

miento de la humanidad», porque «los progresos

científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico

más prodigioso, si no van acompañados por un

auténtico progreso social y moral, se vuelven en

definitiva contra el hombre ».

3

5. San Juan Pablo II se ocupó de este tema con

un interés cada vez mayor. En su primera encíclica, advirtió que el ser humano parece «no percibir otros significados de su ambiente natural,

sino solamente aquellos que sirven a los fines de

un uso inmediato y consumo».

4

Sucesivamente llamó a una conversión ecológica global.5

Pero

al mismo tiempo hizo notar que se pone poco

empeño para «salvaguardar las condiciones morales de una auténtica ecología humana ».

6

La destrucción del ambiente humano es algo muy serio,

porque Dios no sólo le encomendó el mundo al

ser humano, sino que su propia vida es un don

que debe ser protegido de diversas formas de degradación. Toda pretensión de cuidar y mejorar el

mundo supone cambios profundos en «los estilos

de vida, los modelos de producción y de consumo,

las estructuras consolidadas de poder que rigen

3 Discurso a la FAO en su 25 aniversario (16 noviembre

1970): AAS 62 (1970), 833. 4 Carta enc. Redemptor hominis (4 marzo 1979), 15: AAS

71 (1979), 287. 5 Cf. Catequesis (17 enero 2001), 4: L’Osservatore Romano,

ed. semanal en lengua española (19 enero 2001), p. 12. 6 Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 38: AAS 83

(1991), 841.

6

hoy la sociedad».

7

El auténtico desarrollo humano

posee un carácter moral y supone el pleno respeto

a la persona humana, pero también debe prestar

atención al mundo natural y «tener en cuenta la

naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un

sistema ordenado».

8

Por lo tanto, la capacidad de

transformar la realidad que tiene el ser humano

debe desarrollarse sobre la base de la donación

originaria de las cosas por parte de Dios.9

Explicación:

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