cuales fueron sus etapas en que alfonso ugarte logro graduarce en ser contador, empresario
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
empresario
Explicación:
creo
Respuesta:
En plena guerra se empezó a realizar obras teatrales sobre la batalla de Arica; al respecto, se ha descubierto un afiche chileno donde se ve a Alfonso Ugarte arrojándose desde el morro de Arica en su caballo y perseguido por cinco soldados que enarbolan la bandera chilena. En la ilustración, Ugarte no tiene la bandera peruana en sus manos.
Existen dos pinturas célebres que representan al héroe portando la bandera peruana y lanzándose a caballo desde el Morro de Arica. Una es obra del pintor limeño Juan Lepiani y la otra es del artista italiano conde Lodovico Agostino Marazzani Visconti en 1905. Esta última se exhibe en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, ubicado en la plaza Bolívar de Pueblo Libre, Lima.
La literatura y la poesía han hecho también suya la versión popular de la muerte de Ugarte. El poeta José Santos Chocano, en su célebre “Epopeya del Morro”, versifica la muerte del héroe de la siguiente manera:
De pronto, en su corcel, entre el tumulto
que arrolla el invasor, rápida avanza
Alfonso Ugarte: esgrime un meteoro.
Tal en las sombras del dolor oculto
brilla a veces un rayo de esperanza...
Es blanco su corcel (cascos de oro
y pupilas de Sol). Rasga la bruma
como flecha veloz; y sobre el alta
cumbre erguido en dos pies, salpica espuma
con relincho de horror... ¡y luego salta!
Estrellóse por fin en la ribera;
y la ola al besarlo lastimera
lo envolvió en la mortaja de su espuma:
mientras un solo instante, uno tan solo,
detuvo su fragor la lucha fiera;
que todos, todos, con sorpresa suma,
parecían mirar entre la bruma
el rayo aún de esa veloz carrera...
Incluso un autor chileno ha novelizado el épico sacrificio del héroe:
(pág. 279, tomo 3) ... Al galope nervioso de su caballo, sereno como en unas maniobras abandonó Alfonso Ugarte el reducto protector y dio vuelta en torno, para ir hasta los artilleros y fusileros que estaban a espaldas del cuartel, sobre la arista del morro que da al mar. A una voz suya, todos los fusiles enmudecieron y los soldados, al volverse, pudieron contemplar la soberbia estampa del coronel iquiqueño, recortada en el vértice del peñón contra el telón de fondo del océano. Le vieron también cómo, con un gesto resuelto se desprendió de su capote y lo echó sobre la cabeza de su caballo. Luego, irguiéndose, sobre los estribos, gritó con toda su alma ¡Viva el Perú! y picando espuelas se lanzó al vacío. Con un grito de estupor estrangulado en las gargantas, peruanos y chilenos, vieron al altivo jinete volar, como en un caballo alado y describiendo una impresionante parábola, ir a estrellarse contra las puntiagudas rocas asomadas en la espuma del mar que azota los pies del morro.
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