¡Cuáles fueron los obstáculos que tuvo Sylvia Earle para poder investigar?
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En 1964, tomó la difícil decisión de separarse de su familia durante seis semanas para participar en una expedición en el Océano Índico. Confesó en el periódico New Yorker, que al principio le dio bastante respeto, sobre todo porque conocía a algunas mujeres que habían participado en expediciones con grupos completamente masculinos y el acoso, desgraciadamente, era el pan de cada día. A pesar del estrés que suponía estar separada de sus dos hijos, de que era su primera expedición fuera de Estados Unidos y del miedo a ser acosada, su pasión por el mar era tal, que no pudo resistirse a una experiencia así. “¡Extra, extra!” Una mujer científica en una expedición, ¿cómo era posible? (nótese la ironía). Al mundo le sorprendía ver a una mujer científica, y los titulares de los periódicos no se centraban precisamente en la ciencia: “Sylvia sale a navegar con 70 hombres – Pero no espera ningún problema”.
Después de doctorarse en 1966, pasó un año como investigadora en Harvard y posteriormente volvió a Florida como directora residente del Cape Haze Marine Laboratory. En 1969, solicitó formar parte de proyecto Tektite, para poder seguir sus investigaciones bajo el mar. Tektite fue una instalación a poco más de 15 metros bajo el mar situado en la costa de las Islas Virginia. Allí los científicos podían estar sumergidos en su área de estudio hasta dos semanas. Sin embargo, aunque Sylvia Earle ya había estado investigando más de mil horas sumergida en el mundo submarino, fue rechazada del programa Tektite I. Además, tuvo que soportar comentarios machistas por parte del jefe del proyecto tales como «la mitad de los peces son hembras, podemos aguantar a algunas de ellas«. Pero, claramente, no se dio por vencida y siguió con su investigación. De hecho, al año siguiente fue seleccionada para liderar el proyecto Tektite II, que fue el primer grupo completamente femenino de submarinistas. Sylvia estuvo dos semanas enteras viviendo literalmente bajo del mar en la base submarina de Islas Vírgenes.
En 1979, Sylvia consiguió el récord femenino en profundidad oceánica. Se sumergió hasta una profundidad de 381 metros con un traje especial llamado JIM suit que, como característica principal, tiene la de mantener la presión interna en 1 atm, independientemente de la presión externa. En esta inmersión llegó en pleno océano abierto hasta el suelo oceánico cerca de Oahu (Hawái). En el momento en el que llegó a las profundidades marinas apagó las luces del traje para poder observar la oscuridad marina. Pero no fue así. Lo que vio fueron luces de colores que provenían de todo tipo de seres submarinos. Ella vio la bioluminiscencia en estado puro, fluyendo en las más oscuras profundidades submarinas.