Cuáles fueron los diferencias científicas culturales y religiosas entre los pueblos prehispánicos y los españoles
Respuestas a la pregunta
Las relaciones sociales y culturales entre España y México parecen hoy también excelentes. Existen intercambios de muchos géneros y son cada vez más numerosos los que, desde la Península, visitan México y los que de este país van a España. Y siguen siendo muy numerosas las familias emparentadas a ambos lados del Atlántico. Sin embargo, los mexicanos y muchos otros latinoamericanos echamos de menos un interés más amplio y profundo entre los españoles en lo referente a Iberoamérica. Cierto es que se han venido celebrando “cumbres” en las que participan los jefes de Estado y de gobierno de los más de veinte países en que se habla español y portugués. Pero en España, que es ya miembro de la Unión Europea, no sólo se conoce poco a los iberoamericanos sino que parece que hoy se los mira con desdén. A veces se les llega a llamar “sudacas” y, a los de varios países, para entrar a España, se les exige visado. Y aunque México escapa a ésta y otras restricciones, la atmósfera que se percibe en España es la de que muchos en ella, considerándose país del Primer Mundo, miran de arriba abajo a los otros, con quienes han tenido tantos vínculos.
Grandes empresas españolas tienen hoy día puesto el pie en México y el resto de Iberoamérica. Algunos bancos, como el Santander y el Bilbao Vizcaya, y empresas como Iberdrola, Fenosa, Telefónica, Gas Natural y Meliá han hecho inversiones muy grandes en todo el continente. De ellas obtienen ganancias fabulosas de las que dan cuenta los reportes económicos en diarios y revistas. España parece haberse volcado a una nueva especie de conquista, no ya para extraer oro sino recursos mucho más sustanciosos a través de sus bancos y otras empresas.
¿Es justo o injusto hablar de una nueva conquista en tierras americanas? Si muchas veces el que esto suceda es consecuencia de incapacidad o de corrupción en México y otros países, ¿no es acaso pertinente que los españoles reflexionen sobre lo que está ocurriendo? Pensemos en casos como los de las aerolíneas argentinas o el más reciente de Repsol en Bolivia, o en el de los bancos españoles que son ya dueños de gran parte de los más importantes que existían en México, y enterémonos de las ganancias que obtienen año con año.
¿No convendrá replantear las relaciones económicas entre nuestros países? ¿Habrá de continuar la extracción desmesurada de ganancias? ¿Cómo podrá enderezarse este proceso? Una larga historia de encuentros y desencuentros ha entretejido las relaciones entre países que hablan una misma lengua y mantienen seculares vínculos de cultura.
¿Carece de sentido pensar en la organización de empresas binacionales con una equilibrada participación económica y de personal, concebidas y organizadas con base en acuerdos? ¿Podrían explotarse así recursos como los que ofrece la pesca a modo de grandes minas marítimas a lo largo de miles de kilómetros en los litorales mexicanos? ¿Y no son viables proyectos, también binacionales, para la producción de energía y maquinaria, o simplemente para el fomento de la agricultura en campos como los de los viñedos y las plantaciones de olivos?
Todo esto y mucho más habrá de plantearse más allá de posturas líricas como las que han postulado encuentros meramente fraternales o, peor aún, de relación con “la madre patria”, al modo de una anacrónica hispanidad. Existe en México un dicho que tal vez pueda aplicarse a la situación que prevalece: “Si hoy tomo tequila, mañana tomo jerez.” Esto se decía cuando el tequila era una bebida de poco valor y el jerez era costoso. La historia trae consigo cambios impredecibles: si hoy los españoles son prósperos, tal vez mañana los mexicanos y otros iberoamericanos puedan serlo más. ¿Entonces qué relaciones habremos de mantener?: ¿serán ellas de encuentro o desencuentro? ~