cuales fueron los beneficios de atucha 2 luego de su creacion para el sector energético argentino?
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Respuesta:
En la localidad de Lima, provincia de Buenos Aires, y a espaldas del Río Paraná, asoma imponente el domo de contención de la Central Nuclear Atucha II la central nuclear argentina, símbolo indiscutible de los vaivenes que sufrió la política de energía nuclear a los largo de las últimas tres décadas. Hoy, reactivado el Plan de Energía Nuclear y con un gran impulso por parte del Estado para el desarrollo de una política científica y tecnológica, se convirtió en un autentico proyecto colectivo que une generaciones de técnicos y científicos dispuestos a saldar una deuda histórica en el sector energético.
Esta es la historia de un gran proyecto que se convirtió en símbolo y metáfora de los logros y frustraciones de la Argentina en el campo científico y tecnológico, y en el desarrollo mismo de un proyecto de país independiente. Es la historia de Atucha II, la central nuclear cuyo contrato se firmó en 1980 que debía estar terminada en 1987 y finalmente pudo concluirse su obra en septiembre de 2011, bajo el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Tuvo que padecer el desguace científico y tecnológico que significaron las políticas neoliberales profundizadas durante la década del noventa. Las mismas que promovieron un proyecto privatizador, un dramático recorte del presupuesto a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la total paralización del Plan Nuclear Argentino desde 1994 hasta 2006, año que comienza a reactivarse, bajo el impulso de la presidencia de Néstor Kirchner.
Has recorrido un largo camino
La historia nuclear argentina tiene una larga trayectoria condicionada por los vaivenes de la coyuntura política y económica del país y por los distintos intereses en materia de política internacional. Comenzó con Atucha I, inaugurada en 1974 en la localidad de Lima, Provincia de Buenos Aires. Le siguió Embalse en la provincia de Córdoba en 1984 y finalmente Atucha II en 2011. Pero nada fue tan sencillo como parece mostrar la simple enumeración de los hechos. El desarrollo nuclear estuvo siempre sujeto a la ciclotimia de un Estado que por momentos ninguneó a su campo científico y, por otros, le dio tal impulso que lo colocó en el centro de la escena internacional.
De esta manera, la central nuclear Atucha I fue la primera instalación nuclear de América Latina destinada a la producción de energía eléctrica. Se inició en 1968 y su puesta en marcha se realizó en 1974 bajo la presidencia del General Perón, que ya había dado un gran impulso al desarrollo de la energía nuclear con la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en 1950. Eran los años en los que el interés por el desarrollo nuclear se reflejaba en políticas de Estado concretas, con el fin de impulsar una soberanía científica y tecnológica.
A partir de su puesta en marcha, Atucha I entregó una potencia de 357 MWe con una tensión de 220 kV al Sistema Argentino de Interconexión. La central nuclear colocó al país en el epicentro de la escena internacional. Nunca antes se había construido una central similar en toda la región. Un impulso más que significativo para apostar por nuevas centrales. Pero Atucha II tuvo un destino un poco más complejo.
Atucha II
La historia de Atucha II se inició hace 26 largos años. En 1979, el Estado nacional decide construir cuatro centrales de potencia como parte de su Plan Nuclear. Así, en 1980, la Comisión de Energía Atómica (CNEA) suscribió un contrato de provisión de equipos con la alemana Siemens (la misma empresa que construyó Atucha I). Las primeras obras comenzaron a mediados de 1981 y, para ello, el Estado decidió crear la Empresa Nuclear Argentina de Centrales Eléctricas (Enace), que sería la encargada de la construcción de la planta. El Estado participaba en un 75% en la sociedad y el restante 25% quedaba en manos de Siemens. La empresa aportaba el diseño y parte de la financiación. El proyecto avanzó con una inversión aproximada de US$ 3000 millones que llevaron la central a un nivel de terminación de un 80%. Pero hacia 1987 las obras se redujeron drásticamente y, aunque siguieron avanzando, lo hicieron de manera muy lenta.
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