¿Cuales fueron las obras de la dramaturgia Dominicana y caribeña con costumbrista?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
sin entrar en ningún detalle de consideración sobre los dramaturgos Iván García, Rafael Añez Bergés, Máximo Avilés Blonda, Franklin Domínguez,
y sus obras, de los cuales solo diré que constituyen,
a mi ver, el grupo de autores dramáticos que representan y mejor definen el período comprendido
entre la postrimería de la dictadura trujillista y los
primeros años de vida democrática, esto es, entre
1959 y 1964; mientras que la “nueva dramaturgia
dominicana” puede reconocerse como un fenómeno surgido tras la desaparición de la dictadura y el
período post-revolucionario, que tiene como telón
de fondo la presencia de las fuerzas interventoras
norteamericanas y la intolerancia del gobierno de
los doce años del doctor Joaquín Balaguer, 1966-
1978.
Lo que estamos definiendo ahora como “nueva
dramaturgia” comienza a tener protagonismo en
la escena dominicana como una de las expresiones del teatro popular, surgido en el seno del movimiento juvenil al calor de los conflictos ideológicos y de la lucha de clases en el contexto global
de la guerra fría, y al amparo de la Asociación de
clubes juveniles del Distrito Nacional, ASOCLUDISNA, y de Casa Abierta, institución gestionada
por un sector progresista de la Iglesia Católica,
que tenía como fin incidir en la prevención de la
drogodependencia, un nuevo huésped presente en
la vida de los jóvenes dominicanos como uno de
los efectos de la violenta intervención de cuarenta
y cinco mil marines del ejército de los EE. UU.
llegados al país, tras el golpe de Estado al preBrevísima relación acerca de la
dramaturgia dominicana, durante las
tres últimas décadas del siglo pasado
y la más actual
Radhamés Polanco
sidente constitucional Juan Bosch, en 1963, y la
guerra, primero civil y luego soberanista, de 1965.
El teatro popular dominicano y su dramaturgia
consiguen conectar, aunque de manera un tanto
tardía, con las ideas estéticas, técnicas, principios
y valores ideológicos del Nuevo Teatro Latinoamericano, que estaba aconteciendo desde hacía varios
años en los países continentales y en algunas de las
islas del Caribe; llega, digo, ese teatro, a través del
magisterio y la animación del teatrista argentinovenezolano Rómulo Rivas, quien encabeza desde
Casa Abierta y la ASOCLUDISNA la formación y
la coordinación del movimiento teatral juvenil independiente y popular, llamado “de las cuatro puntas”, que irradiaría desde la ciudad capital al resto
del territorio, sembrándolo, literalmente, de grupos
de teatro.
Si los primeros dramaturgos nombrados, recordemos, Franklin Domínguez y los demás, tienen
sus modelos en autores como O’Neill, Ibsen, Arthur
Miller, Tennessee Williams, de manera principal,
y en algunos de los autores realistas rusos, los de
ahora, van a incorporar a aquella lista a dramaturgos europeos como Albert Camus, Samuel Beckett,
Bertolt Brecht y Federico García Lorca, pero sobre
todo incorporarán a creadores dramáticos cercanos,
como Virgilio Piñera, César Rengifo, René Marqués, Mario Benedetti, Roberto Cossa, Gilberto
Pinto, Luis Rafael Sánchez, Enrique Buenaventura,
Osvaldo Dragún, Alberto Pedro y Rodolfo Santana.
Estos dramaturgos latinoamericanos, junto
a grupos teatrales como el Escambray, de Cuba,