cuales fueron las medidas que tomaron frente a la contrarrevolución ?
cual fue la crisis y la transformacion que sufrio la junta de gobierno?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Análisis Político, No. 3
ENE/ABR 1988
INSTITUTO DE ESTUDIOS POLÍTICOS Y
RELACIONES INTERNACIONALES (IEPRI)
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
ESTUDIOS
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LA PROFESIONALIZACIÓN MILITAR EN COLOMBIA (III): LOS
REGIMENES MILITARES (1953-1958)
Eduardo Pizarro Leongómez*
I. EL GOBIERNO DE GUSTAVO ROJAS PINILLA
No más derramamiento de sangre,
no más depredaciones a nombre de
ningún partido político. No más
crímenes entre los hijos de una
misma Colombia inmortal. Paz,
Justicia, Libertad para todos sin
discriminación, y con preferencia
para las clases menos favorecidas
por la fortuna. La patria no vivirá
tranquila mientras sus hijos se
hallen pobres y desnudos...
Con estas palabras simples, pero sentidas
nacionalmente, Rojas tomó posesión del
gobierno.
¿Cuál era la posición de los actores
políticos en el momento del golpe? Puede
afirmarse que, con excepción del
laureanismo, todos los secto res sufrían un
régimen de silenciamiento, de censura y
de represión abierta o velada. Los
Partidos Comunista y Liberal eran,
obviamente, los más perseguidos y, al
mismo tiempo, quienes tenían menos
opciones de participar en el juego
político. La única voz liberal era la de los
diarios capitalinos, pues como
colectividad estaba prácticamente en
receso; los tres miembros más influyentes
de la Dirección Nacional Liberal se
encontraban en el exilio: Carlos Lle ras en
México, Eduardo Santos en Francia y
Alfonso López en Inglaterra. Sólo dos
sectores minoritarios se expresaban en el
Partido: los partidarios de una respuesta
radical al autoritarismo gubernamental y
los partidarios del colaboracionismo. El
ospinismo y el alzatismo, que sufrían en
forma creciente de un aislamiento
político, colocaron en el nuevo gobierno
militar sus posibilidades de volver a
acceder a los cargos de dirección del
Estado. En el sector laureanista, aun
cuando tenían el control del gobierno,
comenzaban a aflorar fisuras ante el caos
que invadía al país, lo cual se expresaba
en forma inesperada con el apoyo
brindado por muchos de sus dirigentes al
nuevo gobierno (1).
Es, sin duda, el ospinismo el que saluda
con mayor entusiasmo el golpe. Eliseo
Arango clama con alborozo que "hoy no
tenemos sino dos jefes: el presidente de la
República, teniente general Gustavo
Rojas Pinilla y el doctor Mariano Ospina
Pérez..." (2). Esta afirmación no dejará de
tener una enorme incidencia en el futuro,
ya que los conservadores reivindicarán
este mandato como un hecho provisional
mientras se reconstruyen las condiciones
para reasumir el poder. Por su parte, el
alzatismo colo caba como titular de su
diario, un jubiloso "oh, gloria
inmarcesible" (3). El liberalismo, al
menos a nivel de su dirección y a
diferencia de múltiples interpretaciones
que le prestan un apoyo entusiasta y
decidido al golpe, lo asume con alivio (al
menos en tres ocasiones había buscado el
golpe militar en los años anteriores, en
diciembre de 1949, y en marzo y en julio
de 1950), pero ante todo con enorme
expectativa. Desde México, Carlos Lleras
Restrepo expresa al otro día del golpe que
"no hemos tomado ninguna decisión ni en
favor ni en contra", lo cual sintetiza bien
los sentimientos que predominan en los
dirección de esta colectividad. El pasado
extremadamente sectario de Rojas Pinilla
llamaba al menos a la discreción. No obstante,
en los sectores de base del Partido,
las adhesiones se produjeron de
inmediato, ya que el tono conciliatorio
utilizado por el nuevo go bierno, su
política de pacificación y de búsque da de
la normalidad institucional respondía a
sus anhelos más profundos. Lo mismo
ocurrió con los residuos del gaitanismo
que adhirieron en forma entusiasta al
nuevo régimen y permanecieron como
una de sus bases de apoyo hasta el último
día.
En cuanto hace a las Fuerzas Militares,
era casi unánime la convicción de la
incapacidad de los Partidos políticos para
sortear la situación critica que vivía el
país, lo cual estará en el origen del
"mesianismo militar" que predominará en
los años por venir. Había, además,
muchos factores de malestar institucional
que al integrarse al malestar de los
Partidos, convergerán en el golpe del 13
de junio: ante todo, el sentimiento
existente de una desproporción entre los
esfuerzos que se exigían a las Fuerzas
Militares en la lucha contra la violencia y
los recursos que se le asignaban, además
de la inexis tencia de una efectiva
voluntad política para contener la
conservatización forzada en múltiples
regiones, que chocaba con la perspectiva
no solo de oficiales liberales, sino incluso
conservadores opuestos a esa política.
Inevitable mente, una institución que se
había convertido progresivamente en el
pilar del Estado, termi naría queriendo
"arrogarse todos los privilegios del poder
y no solo sus costos de sostenimiento" ( 4).
Explicación: