¿Cuáles fueron las consecuencias para México por el establecimiento del modelo exportador.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
El modelo exportador de fuerza de trabajo barata ha tenido un costo colateral para México derivado de la desindustrialización y el consecuente estrechamiento del empleo formal, además de la descalificación de los obreros industriales que son forzados a desplazarse al sector informal, a la desocupación o a la emigración
Respuesta:
La economía mexicana está, como suele decirse, volcada hacia el exterior; las exportaciones se han convertido en el motor de la producción, en detrimento del consumo interno. Y como consecuencia, insisten nuestros gobernantes, el estancamiento económico de los principales socios comerciales está frenando ahora nuestro crecimiento. A raíz de la crisis de 2007, no superada aún, las principales economías importadoras de occidente siguen sin crecer y han reducido sus compras, ocasionando en países como México un freno en el crecimiento y la generación de empleos. A principios de este año el gobierno pronosticaba un crecimiento de 4 por ciento en el PIB, pero según la estimación más reciente podría quedar hasta en 2 (en real el primer trimestre fue de 1.7). Pero la falta de crecimiento asociada al modelo exportador lleva más años, y contrasta con el desempeño económico previo: en los últimos once años, la tasa promedio anual fue de apenas 2.2 por ciento, contra 6.3 entre los años 1940 y 1970.
Esto, lógicamente, se traduce en una limitada creación de empleos: según lo esperado, 450 mil en este año; el problema es que se necesitan 1.2 millones de nuevas plazas cada año, con lo que, sólo en éste tendremos un déficit de 750 mil (sin contabilizar el rezago); lógicamente, aumentará la competencia por los empleos, con la consecuente precarización de su calidad, en salario y condiciones laborales. De paso, hay que decir que una economía volcada hacia el exterior tiende a crear empleos fuera; por ejemplo, se exportan grandes cantidades de petróleo crudo, que es refinado en Estados Unidos, para que luego importemos de allá más del 40 por ciento de las gasolinas necesarias. Así pues, los estrategas económicos nos aconsejan resignarnos a crecer menos habida cuenta de un adverso entorno mundial desfavorable a las exportaciones. Con esa explicación, y sin más que añadir, se quedan tan tranquilos, pensando que han resuelto el problema, en lo teórico; bueno, al menos eso creen; por ejemplo, ¿por qué no explican cómo, en ese mismo escenario mundial, China, la India y otros países siguen creciendo a tasas mucho mayores que las nuestras?). En fin, en el terreno de las soluciones prácticas, ese “diagnóstico” nos condena a una resignada impotencia frente a un destino aciago dictado por fuerzas superiores a nosotros, al estilo de la tragedia griega: sólo queda esperar con paciencia a que, algún día, nuestra suerte cambie y mejoren las cosas en Estados Unidos y Europa para que podamos, al fin, salir del estancamiento.