¿Cuales fueron las causas y consecuencias de la unificación de Italia y Alemania? ¡ayuda porfiss!
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Causas
Ideológicos
El movimiento Romántico, aparecido en Alemania, tenía un gran componente nacionalista. Se trataba de un corriente de pensamiento cultural y política que nació como reacción al racionalismo propio de la Ilustración. Sus partidarios hacían hincapié en los sentimientos, el mencionado nacionalismo y en el liberalismo.
Las sociedades secretas
La influencia de las sociedades secretas, muy numerosas en la época, fue otra de las causas que ayudaron a propagar los ideales revolucionarios. Entre las más importantes en Italia se encontraban los Carbonarios, los adelfos y los neogüelfos.
Motivos económicos
Uno de los factores económicos que incidieron en la unificación italiana fue el apoyo prestado por los industriales y comerciantes del norte, la parte más rica de la península.
Estos sectores tenían como objetivo que se creara un mercado unificado, con un país unido por eficientes comunicaciones que ayudara a dar salida a la producción industrial.
Consecuencias
Los italianos comenzaron a dividirse entre dos grandes corrientes ideológicas. Por una parte, los liberales, relacionados con los industriales y comerciales del norte. Por otra, los conservadores, representantes de los intereses agrícolas del sur.
Como se ha señalado, el nuevo Estado quedó regido por una monarquía parlamentario. El voto, no obstantes, quedó limitado a una minoría, con frecuentes episodios de corrupción.
En el aspecto político, los más beneficiados por la unificación fueron los burgueses del norte. Igualmente, los monárquicos moderados se impusieron a los sectores republicanos y demócratas, representados por Garibaldi y Mazzini, entre otros.
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Antecedentes
Desde la época romana hasta el siglo XVII
Antonio Gramsci escribió en los años 30 que para entender el Resurgimiento italiano hay que analizar algunas épocas históricas en las que se crearon las condiciones culturales que tuvieron una repercusión sobre él. Esos elementos estuvieron también influenciandos por la vida nacional en edad post-resurgimental, o sea, cuando ya se había constituido un estado italiano unitario2 Entre esas épocas revisten suma importancia para el intelectual y político sardo la edad romana durante el período republicano, la edad de las libertades comunales (desde el siglo XI hasta el XIV) y la edad del mercantilismo, ya en época moderna (siglo XVI y XVII). Según Gramsci hasta el siglo XVIII la iglesia católica también entraba en esa especie de tradición literaria y retórica, se servía además de ella para proclamar su hegemonía, pero con el desarrollo de una mentalidad laica en una parte importante de la población (la otra se había quedado anclada al papado) había perdido en parte su peso. Muchos historiadores contemporáneos están de acuerdo con Gramsci en la necesidad de estudiar los momentos más sobresalientes de la historia italiana que dieron lugar a la formación de una base identitaria sin la cual el Resurgimiento no habría sido posible.
Según Galli della Loggia, politólogo e historiador, en la raíz del destino histórico de Italia están Roma y su herencia, por un lado, y la Iglesia católica por el otro, puesto que Italia fue «...el epicentro de la más grande civilización del mundo antiguo....y después, al mismo tiempo, epicentro también del cristianismo, o sea de la mayor fuerza que plasmó las estructuras espirituales y prácticas sobre las que se apoya el Occidente moderno.»3
Según Alberto M. Banti el pensamiento nacional del comienzo del siglo XIX se fundamenta en la herencia de Roma y en los ideales republicanos de las comunas durante la edad media y el Renacimiento y no en razones económicas, que tuvieron una importancia muy marginal .4 En opinión de Umberto Cerrone, Italia fue quizás la más precoz de las naciones europeas, pero el primer intento de unificación nacional, llevado a cabo en la primera mitad del siglo XIII por Federico II Hohenstaufen —hijo de una siciliana, nacido y educado en Italia—, fracasó por la oposición de la Iglesia que pudo así asegurar su poder temporal en la península durante cinco siglos más.
No es de extrañar que algunos intentos de unificación realizados posteriormente tuvieran como objetivo el debilatamiento del estado Pontificio y de sus aliados. Entre ellos señalamos la guerra desatada por Manfredo, hijo natural de Federico II, contra los Estados de la Iglesia y los Angevinos en la segunda mitad del siglo XIII; la Guerra de los Ocho Santos en el siglo XIV, que tuvo como protagonista un grupo de ciudades guiadas por Florencia y Milán para poder contener el poderío político y militar del papado en Italia central y; hacia el año 1400, la ocupación de gran parte de la Italia septentrional y central, incluidas algunas ciudades pontificias (Perugia, Asís), llevada a cabo por Gian Galeazzo Visconti, duque de Milán.
La interpretación nacionalista de algunos historiadores italianos sigue identificando la dominación española de Italia con un periodo de decadencia del país, debida, en parte a la acción de la Inquisición (el tribunal religioso tradicional, que no hay que confundir con la institución española, que operaba con distintos criterios). Algunos autores como Campanella o Giordano Bruno sufrieron persecución por motivos religiosos, como también había ocurrido a finales del siglo XV y en la Florencia de Savonarola. La identificación del ocupante con la opresión formaba parte de la ampliamente difundida propaganda antiespañola conocida como Leyenda Negra, entre cuyos productos artísticos pueden contarse Los Novios de Manzoni (ambientado en el Milán del XVII) o Don Carlo de Verdi (él mismo un símbolo viviente del risorgimento, pues, además de su compromiso personal y artístico con la causa italiana, su nombre se gritaba como acrónimo de Vittorio Emmanuele Re d´Italia (Víctor Manuel, Rey de Italia).
Siglo XVIII
Ya bien entrado el siglo XVII los vínculos entre Italia y España se aflojaron y, en el siglo XVIII, se rompió la estrecha unión entre los dos países, cuyos pueblos se fueron alejando e ignorando.8