cuáles eran las características de cada uno de los bloques que se formaron después de la segunda Guerra mundial
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Política de bloques es un término utilizado por la historiografía de la Edad Contemporánea para designar el sistema internacional caracterizado por la formación de bloques militares, compuestos por países vinculados por una alianza militar, y habitualmente por compartir una determinada ideología o un sistema político o económico. Esa identificación ideológica o socioeconómica no podría hacer que el bloque resultante sea más o menos homogéneo, pero en realidad lo que mantiene la cohesión de los bloques son los intereses geoestratégico compartidos, la enemistad común frente a un bloque rival, o bien la imposición directa del liderazgo de una potencia sobre todos los países miembros
No debe confundirse con los bloques políticos, un tipo de asociación o coalición política (véase bloque).
En el bloque occidental liderado por los Estados Unidos se incluían otras dos potencias nucleares (Reino Unido y Francia, aunque ésta manteniendo reservas a su integración), Alemania Occidental y la mayor parte de los países de Europa Occidental (Noruega, Dinamarca, Islandia, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Portugal, Italia y Grecia), a excepción de los que optaron por la neutralidad (Suiza, Suecia, Finlandia y Austria) o por una relación particular con Estados Unidos (Irlanda y España -que no ingresó hasta 1982, la última nación que lo hizo antes de la caída del muro de Berlín-). También formaban parte de la OTAN dos países no europeos (Canadá y Turquía). Fuera de Europa, las naciones asiáticas aliadas de Estados Unidos fueron principalmente los países islámicos denominados moderados (especialmente las monarquías del Golfo), Irán antes de la revolución de 1979, e Indonesia tras el golpe de estado de Suharto -1967-; por su parte, el carácter de la relación occidental con Pakistán, potencia nuclear enfrentada con la India, fue siempre un asunto complejo.
La Segunda Guerra Mundial fue un conflicto militar global que se desarrolló entre 1939 y 1945. En ella se vieron implicadas la mayor parte de las naciones del mundo, incluidas todas las grandes potencias, así como prácticamente todas las naciones europeas, agrupadas en dos alianzas militares enfrentadas: los aliados de la Segunda Guerra Mundial y las potencias del eje. Fue la mayor contienda bélica de la historia, con más de cien millones de militares movilizados y un estado de «guerra total» en que los grandes contendientes destinaron toda su capacidad económica, militar y científica al servicio del esfuerzo bélico, borrando la distinción entre recursos civiles y militares. Marcada por hechos de enorme repercusión que incluyeron la muerte masiva de civiles —el Holocausto, los bombardeos intensivos sobre ciudades y el uso, por única vez, de armas nucleares en un conflicto militar— la Segunda Guerra Mundial fue la más mortífera de la historia con un resultado de entre 50 y 70 millones de víctimas, el 2,5 % de la población mundial.1