Ciencias Sociales, pregunta formulada por almamorenaferreyra15, hace 2 meses

cuál fue el gobierno en ejercicio cuando San Martin vuelve al país​


hamburguesaxdcruzram: bueno es largito

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Contestado por hamburguesaxdcruzram
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Respuesta:

En 1822, San Martín había logrado la independencia de Chile y de Perú. Pero la obra no estaba concluida y todavía los realistas eran una amenaza. San Martín intentó en Guayaquil concretar un acuerdo con Bolívar en vistas a unificar esfuerzos para derrotar al español. La famosa entrevista tuvo lugar en Ecuador entre los días 26 y 27 de julio de 1822. Pero las diferencias no tardaron en asomar: mientras San Martín era partidario de que cada pueblo liberado decidiera su futuro, Bolívar consideraba necesario controlar personalmente la evolución política de las nuevas repúblicas.

Otro tema polémico surgió al tratarse sobre quién conduciría el nuevo ejército libertador que resultaría de la unión de las tropas comandadas por ambos. San Martín propuso que lo dirigiera Bolívar, pero éste se negó aduciendo que nunca podría tener a un general de la calidad y capacidad de San Martín como subordinado.

El 20 de septiembre de 1822 lanzó una proclama a los peruanos donde comunicaba su decisión de alejarse de la vida pública. Era una decisión drástica: se retiraba de todos los cargos y dejaba sus tropas a Bolívar para que éste concluyera la campaña de independencia. Compartimos aquí los recuerdos de Tomás Guido, estrecho colaborador de San Martín, donde relata de manera pormenorizada y apasionada los últimos momentos de San Martín en el Perú.

Fuente: Tomás Guido, “El general San Martín. Su retirada del Perú”, en La revista de Buenos Aires. Historia americana, literatura y derecho, Tomo IV, 1864, págs. 3-14.

Entre los episodios memorables de la vida militar y política del general don José de San Martín, uno de los más importantes es sin duda su retirada súbita del Perú, en la ocasión en que fortalecido por sus triunfos, y apoyado por la opinión de los pueblos, había conseguido afirmar un ascendiente poderoso.

Diez mil soldados aguerridos obedecían sus órdenes, y si bien no faltaban elementos de discordia, ni esas emulaciones turbulentas que suelen engendrarse con el envanecimiento de la gloria; es evidente que el jefe, querido de su ejército, se hallaba en actitud de domeñar toda resistencia a su prestigio. Daba además nervio a aquella fuerza respetable, la escuadra chilena dominadora del Pacífico, mandada por militares renombrados; al mismo tiempo que la posesión de las fortalezas del Callao, provistas de inmenso material de guerra, rendidas a nuestras armas el año de 1821, por una capitulación que me cupo la honra de negociar y firmar, facilitaba las operaciones del ejército que bajo la dirección de su esforzado caudillo, entró victorioso en la capital de Lima, extendiéndose hasta Tumbes en las provincias del norte.

Aunque los realistas ocupaban todavía una parte considerable del territorio, ningún embarazo superior a los medios de que disponía el general San Martín, se divisaba sobre el campo de sus ulteriores maniobras. Todo parecía estar dispuesto a robustecer en su espíritu la esperanza de terminar la campaña, afianzando para siempre la independencia y libertad del antiguo imperio de los Incas.

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