cuál es tu política de vida
Respuestas a la pregunta
desarrollo de las actividades y, en colectivo, junto a los propios jóvenes, las discutieran y las fueran encauzando. Para ello necesitamos que padres y madres, como ciudadanos activos, puedan colaborar activamente en la vida de su comunidad local.
Los jóvenes tampoco han recibido una educación en valores cívicos. Yo creo que la enseñanza transversal de valores (hipotéticamente los valores se enseñan a través de todas las asignaturas, de un modo implícito) que los socialistas pusimos en marcha con la LOGSE no ha funcionado. El error estuvo en la timidez socialista por no imponer una excesiva carga ideológica a la educación primaria y secundaria.
Respuesta:
n los últimos meses ha irrumpido con fuerza en el debate público lo que llamaría las 'políticas de la vida diaria', una serie importante de cuestiones que, desde la educación hasta la familia, el envejecimiento o el multiculturalismo, hablan de las condiciones de vida diaria de los ciudadanos. Creo que esta nueva generación de asuntos abre un horizonte nuevo y refrescante para la política, pues permite pensar propuestas inéditas de mejora de la organización colectiva de la sociedad española.
Tomemos como ejemplo el debate que ha tenido lugar en los últimos meses sobre el botellón. La verdad es que simpatizo en alguna medida con los jóvenes: no tienen dinero, quieren hablar y huyen naturalmente de las discos en las que una copa les cuesta demasiado y además están sumergidos en una música a todo volumen con la que sólo se puede hablar por señas. Y, sin embargo, es cierto que la extensión del botellón ha causado problemas de ruido excesivo para los vecinos que quieren dormir, de suciedad en los lugares de reunión. Y es más cierto aún que, a la luz de las estadísticas, los jóvenes españoles beben mucho, demasiado. Quizá no existan soluciones a corto plazo más allá de las prohibiciones. Pero las prohibiciones son medidas de emergencia que, si no se complementan con otras soluciones, tendrán una eficacia más que dudosa.
¿Cuáles son esas soluciones a medio y largo plazo? Creo que todo tiene que partir de una autocrítica radical acerca de cómo está organizada la sociedad española. Y esa autocrítica se debe hacer a partir del reconocimiento de dos tesis fuertes: la generación de los jóvenes que rondan los veinte años ni ha tenido educación familiar en España ni ha tenido educación en valores cívicos.
No ha tenido educación familiar porque el contacto entre padres e hijos se ha perdido. Las clases emergentes españolas, las nuevas clases medias en nuestro país, se componen de padres y madres que trabajan de sol a sol y dejan a sus hijos a su libre albedrío. Cuando esos padres y madres llegan a casa, rendidos, entre las ocho y las diez de la noche, no tienen ganas ni energía para conectar con unos hijos que van creciendo como extraños.
Opino que el fracaso de la familia española actual es en muy buena medida producto de una organización del trabajo que impide la vida familiar. Es mi convicción que, en España, una de las grandes revoluciones culturales pendientes es que madres y padres puedan llegar a su casa a las cinco o seis de la tarde como ocurre en el resto de Europa (incluso entre nuestros vecinos más próximos como Francia, Italia o Portugal). Algo muy serio y muy negativo pasa con la rigidez de horarios en nuestro país, un país en el que el trabajo a tiempo parcial no consigue despegar y en el que, sobre todo, una ridícula jornada partida alarga los horarios de trabajo hasta las siete o las ocho de la tarde. ¿No sería hora, pues, de iniciar un movimiento con el doble objetivo de la flexibilización de las horas de trabajo en nuestro país, y la supresión de la jornada partida? Lo que sí está claro a partir de estas consideraciones, es que las políticas puestas en marcha por los gobiernos conservadores en España para compatibilizar la vida familiar y laboral están muy lejos de resolver los problemas reales que tiene hoy la familia española.
Explicación: