Ciencias Sociales, pregunta formulada por abi2192, hace 7 meses

¿Cual es tu opinión al respecto? La migala

Respuestas a la pregunta

Contestado por scarletortiz766
8

Respuesta:

La migala

Me hago viejo y "mi alma inútilmente se apresta y se perfecciona" (Juan José Arreola). Esta cita pertenece a uno de los mejores relatos cortos que se hayan escrito nunca, La migala, que yo a veces les leía a mis alumnos cuando los profesores de Literatura enseñábamos literatura, en un tiempo lejano y mítico, anterior a la invasión de la enseñanza por los pedagogos, los psicólogos y los políticos que la han exterminado. En La migala, Arreola relata con precisión de relojero la historia de un hombre que ha dejado suelta por su cuarto una araña mortal y cada noche se acuesta esperando la picadura definitiva. "Estoy vivo y mi alma inútilmente se apresta y se perfecciona", dice al despertarse, al volver al desaliento de ese Sísifo inconsciente que somos todos, al entregarse de nuevo a la vida sin esperarla ni desearla.

Esa desgana es ya lo único que nos va quedando, a estas alturas de la muerte, con nuestro señor don Francisco de Quevedo enseñándonos la ruta, ayudándonos a soportar el monumento letal que la vida construye con nuestros despojos. Me hago viejo, y lo voy sabiendo, y me despido, porque ya la estupidez no me produce ira. La ira me ha salvado tantas veces... La estupidez ahora me descorazona, me va robando el corazón, me lo desangra como a un carnero recién sacrificado para que el mundo yire y yire. Y sin corazón no siento ya la ira, y sin la ira ya no me quedan fuerzas para seguir alimentando al corazón. Me hago viejo porque ya he visto como todo se repite, cómo los puritanos y los necios, los hipócritas y los ladrones, los santurrones y los embaucadores reinan en el mundo sin remedio, y el silencio de los corderos es su alimento y su edén.

Durante muchos años me salvaron la ira y la lujuria. Y la pereza, la gula y la soberbia, que es la madre de todos los pecados. Esas fueron mis debilidades, las que siempre me arruinaron, pero al menos me hacían sentir. Las pasiones me mantuvieron vivo, errado pero decente, enganchado a vivir como a un vicio feroz. Los pecados nos dan toda la fuerza que ponemos a su servicio. Sin pecado no hay vida. Por eso me niego a vivir en el mundo feliz que se nos prepara. Hemos pasado de esa Iglesia que nos vigilaba y nos amenazaba con el Infierno, tan calentito, por demás, al Estado que nos impone la felicidad babosa del bien laico. Antaño los profetas venían a descoser el mundo, podían hacer estallar las Tablas de la Ley o soñar una Europa ilustrada, pero no eran lagartijas dirigiendo hormigas, construyendo una humanidad sin grandeza, sin pasión, sin riesgo, sin dolor. Sin individuos.

Y así cada mañana nos despertamos muertos, pero sin que aún nos haya picado la migala, y la vida nos aplasta irremediable y absurda, se nos impone con su belleza de diamante, nos entrega a la espera irremediable. Solo confío en que su picadura no sea fría, que sea un segundo de vida tan intenso que nos arrebate como un amor final, la caída en los brazos de nuestra existencia entera estallando contra la sangre, en la sangre, en la vida que no quisimos arrodillar.

Contestado por LucasTasaico
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Respuesta:

El protagonista de esta historia compra una migala, una araña de origen sudamericano altamente venenosa.

Su intención es llevarla a su piso y convivir con ella a la espera de su picadura mortal. Una vez en el departamento, suelta a la migala y la ve esconderse tras un mueble. A partir de ese momento la mente del protagonista vivirá entre el sueño y el insomnio, el amor y la soledad, la angustia vital y el masoquismo, pendiente de esa presencia inquietante.2​ Los días pasan; él sabe que la migala sigue ahí, al acecho... Todo su mundo se reduce a constatar y temer el momento de su muerte postergada. Pero esa nueva realidad, delirante y claustrofóbica, le sirve de terapia (absurda) para olvidar el dolor de haber sido rechazado por su amada. El protagonista elige experimentar el terror que genera la posibilidad de una muerte inminente antes que el desprecio fruto de su amor imposible.3​

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