cual es la tesis del autor en el siguiente texto EL TERRORISMO (ADAPTACIÓN) Terrorismo es los que nos hacen ellos a nosotros. Justicia es lo que les hacemos nosotros a ellos. Y viceversa. Depende de quienes seamos nosotros y de quienes sean ellos. Depende también de qué tan fuerte o tan débil sea cada cual. El que tiene un bombardero, bombardea. El que solo tiene una bomba, pone bombas. Lo primero, lo de ellos y nosotros, lo ilustra una frase de Kofi Annan, que es su calidad de Secretario General de las Naciones Unidas, tan enemistadas entre sí, está crucificado en los contradictorios maderos de su organización. Dijo Kofi Annan en la discusión sobre la definición de la palabra terrorismo: “El terrorismo del uno es el “luchador por la libertad” del otro”. Lo segundo, lo de la relatividad del poder, lo ilustró hace 15 siglos San Agustín con una anécdota de casi 1000 años antes, referida a Alejandro Magno. Capturó este gran hombre a una miserable pirata, y le espetó indignado: “¿Por qué siembras el terror en el golfo de Corintio?”. Y le contestó el pirata (más o menos): “Y tú por qué siembras el terror en el mundo entero? A mí me llaman pirata porque solo tengo un barquito. A ti, porque tienes una inmensa flota de navíos, te llaman emperador”. Es que no es fácil definir lo que es el terrorismo. ¿Por sus agentes? ¡Por sus fines? ¡Por sus métodos? Sus agentes pueden ser el pirata o el emperador. La historia del mundo está plagada de piratas que, a fuerza de terror, acabaron siendo emperadores. El más poderoso –y por el momento el único- de los emperadores actuales, que es el presidente de Estados Unidos, George W Bush, es el heredero directo de unos señores hoy respetadísimos, porque triunfaron, que se llamaban Washington, Jefferson, Adams, Madison, pero que de no haber triunfado en la empresa de liberar eso que hoy son Estados Unidos, de la corona inglesa, hubieran sido ahorcados como terroristas: ponían bombas. Vladimir Puttin, el presidente de Rusia, llama hoy terroristas a los chechenos que buscan su independencia poniendo bombas. Aquí en Colombia, para no ir tan lejos, el gobierno actual que dice combatir el terrorismo es el heredero de los que nosotros llamamos patriotas, pero en su momento fueron llamados bandidos por el gobierno español contra el que se levantaron hace casi dos siglos: los libertadores. Los cuales, a su vez, también son agentes de terror. La palabra en su acepción política actual, viene de los “gobiernos establecidos” por la revolución francesa: “La Terreur”, con mayúscula. Y desde entonces (y aun desde muchos milenios antes) el método ha sido usado por todos, en todas partes… Y eso nos lleva a los métodos. Los romanos se quejaban, durante las guerras púnicas, de que los cartaginenses usaran elefantes en las batallas terrestres, que aterrorizaban a sus legionarios; y de que usaban escorpiones en las batallas navales, que aterrorizaban a sus remeros. Pero ellos, a su vez, envenenaban los pozos de agua de las ciudades cartaginenses sitiadas. No hay métodos “limpios” en la guerra: ni el avión suicida contra la torre, ni el cohete inteligente contra la cueva, ni el ántrax por correo, ni la bomba atómica por ordenador, ni los arcabuces con pólvora, ni las cerbatanas con dardos… ¿Y los fines, entonces? Tampoco ellos definen el terrorismo. No es más condenable ni maligno, en sí mismo, el fin de imponer la democracia occidental que el fin de imponer la ley coránica. Es cuestión de opinión. O de interés, naturalmente. O ellos, o nosotros…
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