¿Cuál es la situación de las mujeres en el campo de la ciencia y la tecnología?
ayudenme porfavor
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
A modo de introducción:
las mujeres en el sistema
de ciencia y tecnología
Eulalia Pérez Sedeño
Que las mujeres no han participado en el estudio y elaboración de la
ciencia en la misma proporción que los hombres a lo largo de la historia es algo
bien sabido. Que la situación está cambiando, al menos en lo referente al acceso
al saber científico y tecnológico, también. Pero no es menos cierto que las mujeres
siguen estando excluidas de las ciencias y tecnologías más prestigiosas y de los
niveles más altos del sistema, en especial de los puestos de decisión.
En mi opinión, son tres, al menos, los momentos clave en los que la
lucha de las mujeres por el acceso a la educación logra una cierta recompensa.
Momentos estrechamente vinculados con reformas-revoluciones sociales, no sólo
intelectuales. El primero se puede situar entre el Renacimiento y la revolución
científica, ya a mediados del siglo XVII es cuando se plantea el acceso y posibilidad
de las mujeres a la educación elemental (leer y escribir), ni siquiera reglada. Es un
momento en el que surge la polémica sobre la capacidad esencial (léase biológica) de las mujeres para el estudio, no sólo si es conveniente o adecuado que la
obtengan. Con partidarios y adversarios de la educación de las mujeres, tanto de
un sexo como de otro, lo cierto es que una mayor permisividad permitió la aparición de revistas científicas y literatura específicas para damas, salones científicoliterarios regidos por ilustres y sabias mujeres, algunas de las cuales efectuaron
importantes aportaciones al conocimiento de su época 1
.
Pero no hay que olvidar que estas mujeres fueron excepciones. El
segundo momento tiene que ver con el intento de acabar, en cierto modo, con
1
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1 Por supuesto, nos referimos a las clases privilegiadas.
dicho carácter excepcional. En la segunda mitad del siglo XIX, las mujeres se plantean acceder a las instituciones educativas de más alto nivel, sin restricciones. No
se trata de que algunas mujeres se eduquen, sino que cualquiera pueda cursar
una carrera universitaria. Así, en Estados Unidos de América, la Universidad de
Oberlin les permitió el acceso desde el primer tercio del siglo XIX, en las universidades suizas en la década de 1860, en las francesas en la de 1880, en las alemanas en 1900 y en las británicas en la de 1870 (aunque universidades como la de
Cambridge no las admitiría sin ningún tipo de restricción hasta 1947); en las universidades españolas se las admitió sin ningún tipo de restricción a partir de 1910
y la tónica de las universidades americanas fue la admisión en el primer tercio del
siglo XX.
Las academias científicas tardaron aún más: dos mujeres —Marjory
Stephenson y Kathleen Londsdale— fueron las primeras en ser admitidas en la
Royal Society en 1945, a pesar de que tenía casi trescientos años de existencia;
en 1979, Yvonne Choquet-Bruhat fue la primera mujer en entrar en la Académie
de Sciences, fundada en 1666; Liselotte Welskopft, en 1964, se convirtió en la primera mujer miembro de pleno derecho de la Societas Regia Scientarum, luego
Akademie der Wissenschaften de Berlín (antes había habido mujeres miembros
honoríficos o miembros correspondientes, como Lise Meitner en 1949, pero aun
así desde su creación en 1700 y hasta 1964 sólo diez mujeres habían merecido
tal “honor”). Las primeras mujeres españolas en acceder a las academias científicas fueron María Cascales (Real Academia de Farmacia, en 1987) y Margarita
Salas (quien leyó su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Exactas,
Físicas y Naturales en 1988).
El tercer momento, que comienza en los años sesenta del siglo pasado, se caracteriza por un planteamiento diferente. La lucha ya no es por el acceso
a la educación elemental o a la superior. Ahora se trata de averiguar los motivos
por los que, aun no habiendo discriminación legal, hay tan pocas mujeres estudiando ciencias en primer lugar; en segundo, trabajando en ellas, y, por último, en
puestos de responsabilidad y toma de decisiones. En este tercer momento podemos distinguir dos fases: en la primera, las preguntas se refieren a la ciencia, y en
la segunda, se amplían a la tecnología.
En este período surgió un tipo de estudios, pero también estrategias
—que he denominado pedagógico-prácticos—, que tiene como objetivo fundamental conseguir que hubiera cada vez más mujeres estudiando ciencia y tecnología y en las actividades tecnocientíficas. Para ello se ha analizado —y se analiza— cómo se enseña la ciencia y la tecnología desde la escuela y el contenido de
los diferentes curricula. Y las estrategias utilizadas para alentar el estudio y trabajo
de las niñas y mujeres en las ciencias han sido variadas: unas se han centrado en
el contenido de las materias, en la selección de lecturas adecuadas, en la incluEULALIA PÉREZ SEDEÑO
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