Cual es la significación de la ley y de la ética en la construcción de un Estado de derecho según Hobbes, Locke y Rousseau
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Respuesta:
SUMARIO
1. SE PARTE DE UN «ES» PECULIAR: 1. ¿Emotivismo en Hobbes? 2. Justicia
y equidad. 3. Las leyes de la naturaleza: primer estadio de la moralidad. 4. El poder como respaldo de la moralidad.—II. DEL «ES» SE SIGUE
UN «DEBE»: 1. La validez «racional» de la argumentación hobbesiana.
2. El problema de la validez de los contenidos de la argumentación hobbesiana: 2.1 Hobbes y la naturaleza humana.—III. SE PRETENDE UNA OBJETIVIDAD DE LAS NORMAS ÉTICAS.—IV. NOTA FINAL.
Conviene resaltar ya al inicio de este trabajo que lo que me interesa en
relación con el pensamiento ético y político de Hobbes no es tanto lo que
este autor dijo, cuándo lo dijo y cómo lo dijo, sino lo que resulta aprovechable y utilizable en sus planteamientos y declaraciones (1), es decir, buscar
tras lo anecdótico lo que pueda contribuir a esclarecer el estatuto de la filosofía moral y política.
Por consiguiente, no voy a detenerme excesivamente en el Hobbes «tópico». El Hobbes del soberano absoluto y los absolutos poderes es una amenaza, un fantasma, que no podemos despachar sin más, pero es preciso, en la
obra de Hobbes, traspasar el umbral de la puerta para llevar a cabo una
ponderación más ajustada de las comodidades o incomodidades que la «casa»
hobbesiana ofrece en su interior. Ocurre con Hobbes lo que con tantos lienzos de pintores geniales a los que se ha sobrepuesto una pintura vulgar. Es
preciso mirar «hacia abajo» en la obra de Hobbes para descubrir la consis-
(1) «For it seems to me that our interest in Hobbes is not primary what he said
but in what we can accept and use what he said» (GAUTHIER: The Logic of Leviathan, pág. v).
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Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)
Núm. 50. Marzo-Abril 1986
ESPERANZA GUISAN
tencia lógica de un entramado que ofrece una apoyatura adecuada para superar el impasse de la filosofía moral y política contemporánea.
En este sentido creo que Hobbes proporciona un material muy idóneo
para la defensa de dos propuestas éticas, o tal vez meta-éticas, que no considero nada desdeñables:
1. Es necesario evitar a un tiempo el dogmatismo secular que hemos
padecido, y el nihilismo, escepticismo o relativismo metodológico contemporáneo en lo que a los valores morales se refiere.
2. Es posible, y deseable, alcanzar unas cotas mínimas de racionalidad
en los planteamientos ético-políticos.
En cierto sentido habría que considerar a Hobbes como santo patrón de
un empirismo ético no falaz, como espero demostrar, y a su Leviathan como
su texto sagrado. Podríamos denominarle también padre fundador del «naturalismo» ético si del término «naturalismo» no se hubiese abusado hasta
el punto de hacerlo tan abarcador como para significar cualquier cosa, y si
no se le hubiese cargado desde 1903, con los Principia Ethica de Moore, de
un sentido exclusivamente peyorativo.
Ocurre así que por «naturalismo» se entiende a veces cualquier intento
de pasar de enunciados fácticos a enunciados valorativos, o de confundir o
igualar lo descriptivo con lo prescriptivo. Otras veces, y Moore posiblemente
fuese uno de los pioneros en ello, se llega mucho más lejos y, como Frankena
sugiere con ironía, se trata más que de una «Naturalistic Fallacy» de una
«Definist Fallacy» (2), prohibiéndose todo intento de definición, o incluso
añadiría yo, de caracterización. Cada cosa es lo que es y ninguna otra cosa,
como reza el famoso dicho de Butler que sirve de lema a Principia Ethica.
Una versión más refinada del «naturalismo» es la que lo hace consistir
no en la falacia de definir o caracterizar una cosa, o decir que una cosa es
algo, sino la de identificar totalmente, extensional e intencionalmente, esa cosa
con ese otro algo. Así, Broad considera que por «naturalismo ético» deben
Explicación:
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