CUAL ES LA SEGUNDA TROMPETA
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La segunda trompeta (8:8-9)
“El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre.Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la terera parte de las naves fue destruída” – Apocalipsis 8:8-9
En el sonido de la trompeta del segundo ángel, vemos un paralelo de la primera plaga en Egipto, en la cual el Nilo se convirtió en sangre y murieron los peces (Éx. 7:17-21). La causa de esta calamidad fue que la gran montaña ardiendo en fuego fue lanzada al mar. El significado de esto se hace claro cuando recordamos que la nación de Israel era el “Santo Monte” de Dios, el “monte de su heredad” (Éx. 15:17). Como el pueblo redimido de Dios, habían sido traídos de vuelta a Edén, y el uso repetido de imágenes de montañas a través de su historia (incluyendo el hecho de que el monte de Sion era el símbolo aceptado de la nación) demuestra esto vívidamente. Pero ahora, como apóstatas, Israel se había convertido en “montaña destructora”, contra la cual se había vuelto la ira de Dios.
Ahora Dios está hablando de Jerusalén en el mismo lenguaje que una vez usó para hablar de Babilonia, un hecho que será céntrico a las imágenes de este libro:
He aquí, yo estoy contra tí, oh monte destructor, dice Jehová, que destruiste toda la tierra; y extenderé mi mano contra tí, y te haré rodar de las peñas, y te reduciré a monte quemado…. Subió el mar sobre Babilonia; de la multitud de sus olas será cubierta. (Jer. 51:25, 42).
Conéctese esto con el hecho de que Jesús, en medio de una larga serie de discursos y parábolas sobre la destrucción de Jerusalén (Mat. 20-25), maldijo una higuera estéril, como símbolo de juicio sobre Israel. Luego les dijo a sus discípulos: “De cierto os digo que si tuviéreis fe, y no dudáreis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijéreis: Quítate y échate en el mar, será hecho. Y todo lo que pidiéreis en oración, creyendo, lo recibiréis” (Mat. 21:212-22).
¿Estaba Jesús siendo impertinente?
¿Esperaba realmente que los discípulos anduvieran por allí orando para mover montañas literales?
Por supuesto que no. Más importante, Jesús no estaba cambiando el tema. Todavía estaba enseñándoles una lección sobre la caída de Israel. ¿Cuál era la lección? Jesús estaba instruyendo a sus discípulos para que ofrecieran oraciones imprecatorias, suplicando que Dios destruyera a Israel, que secara la higuera, que lanzara al mar la montaña apóstata.
Y eso es exactamente lo que sucedió. La iglesia perseguida, bajo opresión de los judíos apóstatas, comenzó a orar pidiendo la venganza de Dios sobre Israel (6:9- 11), rogando que la montaña de Israel fuera “tomada y echada en el mar”. Sus ofrendas fueron recibidas en el altar celestial de Dios, y en repuesta Dios dio instrucciones a sus ángeles para que lanzaran sus juicios contra la tierra (8:3-5).
Israel fue destruido. Deberíamos notar que Juan está escribiendo esto antes de la destrucción, para instrucción y estímulo de los santos, para que continuasen orando en fe. Como les había dicho al comienzo, “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas, porque el tiempo está cerca” (1:3).
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