Cuál es la relación existente entre el proceso
de transculturación y el proceso del mestizaje americano?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Estudiar el caso del mestizo y del mestizaje en la hoy nombrada Latinoamérica o América Latina, tal como se haría una constante denominarla en el último tercio del siglo XIX, concita a volcar la mirada en los contenidos de las voces mestizo y mestizaje. Aunque su estudio guarda estrecha relación con los usos que se han difundido de los mismos, en el seno de las distintas narrativas que han buscado con afán caracterizar en términos culturales a la América Latina. De ahí la necesidad de hurgar en la connotación histórica otorgada a los términos mestizo, mestizaje y mestizar, propuestas desde el canon occidental y las narrativas tramadas desde la periferia al amparo del espacio occidental y la mundialización cultural. Desde los inicios republicanos, los distintos espacios territoriales que alcanzaron su independencia, política y administrativa de la Corona española debieron emprender fórmulas políticas, sociales y culturales con las que intentaron definir los atributos de los nuevos territorios ahora soberanos e independientes. Está claro que este cometido se hizo en estrecha confrontación con la España monárquica. La necesidad por mostrar rasgos de particularidad y excepcionalidad encontró en los distintos letrados, publicistas y académicos, el vaso comunicante entre éstos y un público lector al que se buscaba convencer acerca de la nueva estética por construir. No se trató de una realidad devenida inevitablemente. La opción por la patria, el territorio y la nación fue la que se hizo hegemónica en el periodo posindependentista, ante las proposiciones de confederación dejadas de lado por parte de las élites que tomaron las riendas del poder político en este tiempo.
Al romper lazos administrativos y políticos con la monarquía absoluta, el requerimiento narrativo navegó por las procelosas aguas de la construcción del pueblo y una nueva ciudadanía. Al lado del reconocimiento del ejercicio ciudadano para todos, tal como quedó establecido en la Constitución venezolana de 1811, se agregó el de un conjunto de relaciones culturales arraigadas desde los tiempos coloniales. Relaciones en las que la negación del otro, el mestizo, marcaron el destino del excluido, jurídica y culturalmente justificadas, en los tiempos de la modernización de la Hispanoamérica decimonónica.
Estudiar el caso del mestizo y del mestizaje en la hoy denominada Latinoamérica o América Latina, tal como se le llamaría en el último tercio del siglo XIX, concita a volcar la mirada en los contenidos de las voces mestizo y mestizaje. Aunque también su estudio guarda estrecha relación con los usos que se han difundido de los mismos, en el seno de las distintas narrativas que han buscado con afán atributos con los cuales caracterizar en términos culturales a esta porción territorial. De ahí pues la necesidad de hurgar en la connotación histórica otorgada a los términos mestizo, mestizaje y mestizar, propuestas a partir del canon occidental y las narrativas tramadas desde la periferia al amparo del espacio occidental y la mundialización cultural.
No se trata, desde luego, de un juego de palabras. Mi intención es la de ofrecer un esbozo panorámico en el que estos términos han sido utilizados. La ambigüedad con la que el término mestizo ha estado investido hace imperiosa su delimitación en la mixtura, la combinación, el amal–gamiento, la síntesis, que van más allá de trazas orgánicas, y que se adentran en atributos culturales con los que se intentó desdibujar lo que del mestizaje se había ofrecido como narrativa moderna. Por esta sencilla razón es importante analizar el estatus de uso concedido por distintos narradores, durante gran parte del siglo XX, al mestizaje y sus adherencias. Todo ello bajo el trasfondo de la senda occidental y la mundialización de la cultura.
Como se sabe, a partir del siglo XVI se inaugura una nueva conformación sistémica al amparo del capitalismo mercantilista basada en la relación colonial. También es conocido que el proceso histórico social inaugurado en la fecha anotada estuvo acompañado de tropelías, imposiciones, inequidades y desigualdades; pero, es también necesario reconocer las nuevas hibridaciones y combinaciones culturales que tuvieron como escenario al Nuevo Mundo.
Hacer referencia a éste remite, necesariamente, a la expansión de Occidente, así como al proceso cultural que lleva como impronta su presencia en espacios territoriales distintos a su lugar de origen. Lo que se conoce como mundialización cultural no significa la presencia de una cultura mundial, al contrario refiere la propagación de valores, creencias y representaciones no sujetas a un territorio específico. No se trata de una experiencia cultural simétrica, se trata de apropiaciones culturales que se galvanizan en diferentes espacios del sistema–mundo capitalista.