Castellano, pregunta formulada por vikytoria8, hace 4 meses

¿Cuál es la relación de la conservación de la cultura y los cuentos maravillosos?

Respuestas a la pregunta

Contestado por acrazymdf
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Respuesta:

El relato maravilloso tradicional, comúnmente conocido como “cuento de

hadas”, es un tópico que más allá de la polémica sobre su pertenencia o no al

repertorio literario de la infancia, tiene otros aspectos indiscutiblemente

estimulantes en el ámbito actual de la creación y crítica de libros y programas

para niños. Si nos preguntamos acerca de la difusión casi universal de estos

cuentos, sobre su arraigo de siglos, o su receptividad entre públicos tan

heterogéneos como la humanidad misma, nos encontraremos con una

respuesta que tal vez constituya la clave del problema: la presencia –

manifiesta o tácita– de las versiones míticas de las hadas en un sector enorme

de la producción cultural de nuestros días. Nos referimos a lo “cultural” en

sentido amplio, como producción simbólica de las sociedades, incluyendo a

niños y adultos, a grandes obras de arte y formas masivas del “kitch”, a

religiones y metafísicas así como, a “jingles” publicitarios y telenovelas.

Revisemos primero los elementos de ficción que dan forma a ese

universo cerrado y mítico que es el cuento de hadas: edificado sobre la idea de

hado (del griego “fatum”: destino, azar, fatalidad), éste se traduce en la

estructura de los relatos: los comienzos siempre desventurados del héroe y los

finales invariablemente felices. El encadenamiento de los sucesos tiene una

frecuencia, una secuencialidad y una lógica necesaria e infalible, p.e.: el ritmo

ternario de los cuentos que se manifiesta fundamentalmente en las tres

empresas de dificultad creciente que se imponen al protagonista. Todas estas

recurrencias temáticas y formales permitieron postular a los precursores e

iniciadores del estructuralismo, las primeras hipótesis sobre la existencia de un

principio organizativo invariante en todo relato. Se sugería así la posibilidad de

leer cualquier discurso narrativo como infinitas variaciones ideológicas y

estéticas de un mismo esquema canónico: la historia ejemplar o el “sentido de

la vida”, subyacente en todos los cuentos del mundo: el héroe, luego de

aceptar su misión se somete a una prueba que le permite probar o adquirir

cualidades –prueba cualificante– para emprender una búsqueda que termina

con el logro del objeto de valor buscado –prueba decisiva– luego de lo cual es

reconocido y glorificado como héroe –prueba glorificante–. He aquí el impulso

que el estudio del cuento maravilloso dio a las modernas semióticas y a las

corrientes críticas postestructuralistas.

La presencia del hado tiene implicaciones en el modelo de héroe quien

avanza rectilínea y mecánicamente hacia una meta segura.

El tiempo de estos relatos es legendario y ahistórico. El espacio es

mítico (bosque, cabañas, palacios). No hay descripciones detalladas, todo se

presenta con valor de estereotipo. En pocas líneas pasan enormes cantidades

de años, pero es un tiempo cronológico que tiene poco peso en relación con las

vivencias de los personajes; se trata más bien de un tiempo “transcurrido” que

* La autora es licenciada en letras, profesora de la Escuela de Letras de la Facultad de Filosofía y

Humanidades de la Universidad de Córdoba, e investigadora del CONICOR.

“vivido”, necesario para la inserción de la magia que convierte en instantáneas

las empresas o acciones que insumirán mucho tiempo.

Desde el punto de vista de los personajes, éstos se presentan como

arquetipos y no como personas. Su origen, características y actuaciones son

siempre exageradas. Encarnan virtudes o defectos superlativos, carentes de

matiz: odio, amor, venganza, unilateralizan las acciones. El amor tiene un

tratamiento artificial en cuanto a la inexistencia de enamoramiento:

contingencias tales como la belleza física o las jerarquías sociales o un hecho

trivial como el morder una misma manzana son suficientes para establecer o

romper un vínculo amoroso. Muchos matrimonios concertados por el rey

suegro o el donante mágico (una anciana o un animal) destilan más

indiferencia que amor. El aspecto sobresaliente de la afectividad de estos

personajes es el deseo, siempre satisfecho por la magia. No hay esfuerzo para

vencer las dificultades. Esto también se advierte en la dimensión social del

cuento maravilloso: el trabajo y el mérito personal son desvirtuados por la

magia y el azar que resuelven caprichosamente todos los problemas. Aparece

una sociedad rígida y estratificada, con diferencias sociales tan extremas como

Explicación:

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