Derecho , pregunta formulada por pameycesarpd24h7, hace 11 meses

¿Cuál es la regla que siguen los Testigos de Jehová para negarse a recibir una transfusión de sangre? ¿equivale a nuestra regla que indica de la misma es fundamental para la mejoría de nuestra salud y no es objeto de reproche ético?

Respuestas a la pregunta

Contestado por albertomelendez22054
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Respuesta: esa es mi respuesta

Explicación:

«Es debido a razones religiosas, más bien que médicas. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento nos mandan abstenernos de la sangre. Además, para Dios, la sangre representa la vida. Así que los testigos obedecemos el mandato bíblico de abstenernos de la sangre por respeto a Dios, quien nos dio la vida.

en mi conciencia como un compromiso cívico y moral. Finalmente he aceptado

correr el riesgo y hacer el intento de brindar una contribución que espero pueda

ayudar a pensar los problemas morales de la administración de justicia y de la vida

profesional de los jueces.

La justicia como institución, según escribe el juez y jurista francés Antoine

Garapon, “ha estado relegada durante mucho tiempo como una cuestión intelectualmente inexistente al no constituir un campo autónomo para las ciencias sociales, ni una

fuente de auténtica interrogación filosófica. El discurso filosófico dominante en Francia hasta fecha reciente no aprehendía la cuestión jurídica más que en términos de

estrategia, como técnicas de dominación [...] En Surveiller et punir, que ha tenido una

inmensa resonancia entre los profesionales, Foucault no considera la justicia y la prisión más que como una microfísica del poder [...] La tradición francesa ha pasado

directamente de la filosofía moral a la filosofía política, sin preocuparse demasiado de

la filosofía del derecho, que sigue sin enseñarse en las facultades”.3

La descripción de

la situación en Francia, que hace este autor, puede valer también en cierta medida

como una descripción exacta de la situación de la justicia y el derecho en el campo

disciplinario de la filosofía en la Argentina (aunque no es aplicable por cierto a los

ámbitos académicos y profesionales de la ciencia jurídica en nuestro país, en los que la

filosofía del derecho tiene una tradición y un lugar importante, ligada especialmente a

la tradición anglosajona). Los profesionales de la filosofía han prestado por lo general

poca atención a la cuestión del derecho y la justicia. Y el tratamiento de estos temas

que realizan los profesores de las Facultades de Derecho ha sido visto como una “filosofía de abogados”, de bajo vuelo teórico y escaso interés filosófico. Este libro habrá

de correr por lo tanto también el riesgo de ser objeto de ese tipo de valoraciones sumarias en el campo de los colegas filósofos en sentido puro y duro. Este otro es, sin

embargo, un desafío que asumo gustoso, porque podría dar muchos argumentos para

apoyar mi convicción de que pensar el sentido de la justicia como institución en la

sociedad moderna y la función del juez (como “el último guardián de las promesas”

que los hombres y la sociedad se hacen a sí mismos), no es un asunto menor o de

escasa significación filosófica. Pero este lugar de la introducción no es el espacio para

anticipar los aludidos argumentos y mostrar las razones que fundamentan la significación del tema propuesto. Mostrarlo será precisamente la tarea de todo el libro, y espero

que el resultado dé qué pensar especialmente a los señores jueces de la República, que

son los destinatarios principales, a quienes he tenido presentes durante todo el trabajo

de la escritura, como los interlocutores directos de mi discurso

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