cual es la importancia del sistema republicano
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Por estas horas, en todo el territorio nacional asumen sus cargos los ciudadanos elegidos en octubre pasado. Un día como hoy, además, pero de 1983, Argentina retornaba a los ideales de la democracia.
Hubo un tiempo, durante el siglo pasado, que muchos despreciaron y combatieron la democracia “formal”, como se decía despectivamente, en nombre de patéticas revoluciones (de izquierda y de derecha). Eso fue hasta que tuvimos la peor de las dictaduras.
Algunos, entonces, comprendieron las virtudes rotundas de esa “forma” en la vida. Demasiada sangre tuvo que correr para que los argentinos se dieran cuenta de las virtudes del sistema republicano democrático.
Entre 1930 y 1983, Argentina optó por una forma bélica de enfrentar la realidad. Cada mayoría política –cuyas ideas no se compartían- era removida por la fuerza, ya que no se podía esperar el relevo normal que producen los actos electorales.
En ausencia del imperio de las leyes, la lucha por el poder se resolvía a los tiros. El adversario político no era un argentino que pensaba distinto, sino un enemigo a eliminar.
De lo que se trataba era de tomar las riendas del Estado –no importa cómo- y una vez allí, utilizando todo el monopolio de ese aparato, imponer por la fuerza a la sociedad la verdad del grupo o facción dominante (militar o civil).
La democracia, por el contrario, es un procedimiento universalmente aceptado por el que se permiten cambiar las autoridades en forma pacífica. En vez de utilizarse la fuerza bruta para reemplazar a los que tienen el poder, cada ciudadano emite un voto y elige a quienes lo van a representar.
“Se vive en democracia cuando existen instituciones que permiten cambiar de gobierno sin recurrir a la violencia, es decir, sin llegar a la supresión física de sus componentes”, resumió Karl R. Popper.
Este mismo pensador, en su célebre libro “La sociedad abierta y sus enemigos”, llama además la atención sobre el peligro que entraña una democracia sin república.
En efecto, puede ocurrir que un político con una mayoría circunstancial se transforme en un dictador gracias al voto. Es decir, puede darse el caso de que utilice el monopolio de la fuerza estatal que le delegan los ciudadanos, para hacer lo que se le antoje.
“La democracia no puede definirse cabalmente como el gobierno de la mayoría, si bien la institución de las elecciones generales es de suma importancia”, dice Popper.
“En efecto –aclara-, podría darse el caso de una mayoría que gobernara tiránicamente (la mayoría de todos los que miden menos de 1,80 puede decidir que la minoría de los que pasan esa altura paguen todos los impuestos). En una democracia las facultades de los gobernantes deben hallarse limitadas”.
He aquí formulado el abecé de la democracia republicana: un sistema que garantiza la sustitución de las autoridades a través del voto, y a la vez sujeta al gobierno de turno al imperio de la ley y la división de poderes.
El control republicano le pone límite a la suma del poder público, a la concentración ilimitada de poder propia de los regímenes totalitarios o fascistas (cabría recordar que Adolf Hitler llegó al poder por el voto popular).
El pensador francés Montesquieu (1689-1755), en su famoso tratado “El Espíritu de las Leyes”, explicó por qué la importancia de evitar el monopolio del poder a través de su división.
“Todo estaría perdido si el mismo hombre, o el mismo cuerpo de los principales o nobles, o del pueblo, ejerciera esos tres poderes: el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas y el de juzgar los orígenes o las diferencias entre los particulares”, escribió
Explicación:Por estas horas, en todo el territorio nacional asumen sus cargos los ciudadanos elegidos en octubre pasado. Un día como hoy, además, pero de 1983, Argentina retornaba a los ideales de la democracia.
Hubo un tiempo, durante el siglo pasado, que muchos despreciaron y combatieron la democracia “formal”, como se decía despectivamente, en nombre de patéticas revoluciones (de izquierda y de derecha). Eso fue hasta que tuvimos la peor de las dictaduras.
Algunos, entonces, comprendieron las virtudes rotundas de esa “forma” en la vida. Demasiada sangre tuvo que correr para que los argentinos se dieran cuenta de las virtudes del sistema republicano democrático.
Entre 1930 y 1983, Argentina optó por una forma bélica de enfrentar la realidad. Cada mayoría política –cuyas ideas no se compartían- era removida por la fuerza, ya que no se podía esperar el relevo normal que producen los actos electorales.
En ausencia del imperio de las leyes, la lucha por el poder se resolvía a los tiros. El adversario político no era un argentino que pensaba distinto, sino un enemigo a eliminar.