¿Cuál es la función de las Instituciones Públicas en una sociedad democrática?
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Una institución es un conjunto relativamente permanente de normas y prácticas organizadas, incrustado en estructuras que son relativamente invariantes y resistentes a los cambios en los individuos (March & Olsen, 2006). Las instituciones son el pilar de las democracias modernas. La existencia de las primeras contribuye innegablemente al proceso de consolidación de las segundas, aunque no queda claro bajo qué mecanismos esto sucede. Este texto pretende explorar esos mecanismos.
Desde una perspectiva institucional, las instituciones crean capacidades y competencias para actuar, empoderan y limitan a los actores políticos, crean elementos de orden y predictibilidad; son portadoras de identidad y son banderas del carácter de la política y de la historia (March & Olsen, 2006). Polsby (March & Olsen, 2006, pág. 7) considera a las instituciones como aquellas esferas capaces de moldear y transformar las propuestas de cualquier fuente de decisión.
El papel de las instituciones en las democracias ha sido ampliamente estudiado. Las instituciones forman parte del régimen democrático y son la forma en que opera un gobierno democrático. La misma democracia se define a través del concepto de institución. Una democracia, nos decía Przeworski, es posible cuando las pertinentes fuerzas políticas pueden encontrar instituciones que den una garantía razonable de que sus intereses no serán afectados de manera sumamente adversa en la competencia democrática, es decir, cuando los intereses se someten a una incertidumbre institucionalizada (1986).
La confianza en las instituciones está estrechamente ligada a la cultura política. Almond y Verba en The Civic Culture: political Attitudes and Democracy in Five Nations (1963) en un estudio realizado en 1959, detectan que en lo que ellos llaman una sociedad moderna hay mucha más participación, la clave para ellos estaría en la cultura política. Esta se refiere a la actitud de los individuos hacia el sistema político y el papel que juegan como individuos dentro del mismo. Ambas actitudes, de acuerdo con Almond y Verba, pueden apreciarse a través de ciertos patrones de orientación hacia los objetos políticos de una nación.
Estos patrones pueden ser de cuatro formas: orientación política, que se refiere a la internalización de los objetos del sistema político y las relaciones entre estos objetos: la orientación cognitiva del sistema, que hace referencia al conocimiento de lo que hay, por ejemplo los resultados de política pública; la orientación afectiva, que se enfoca en los sentimientos hacia el sistema político, sus roles, y funcionamiento y por último, orientación evaluativa, que une los elementos de las orientaciones anteriores y permite generar criterios valorativos. La confianza en las instituciones permea estos tres niveles de orientación política.
Finalmente, Frederick C. Turner y John D. Martz (1997) han analizado el caso de Latinoamérica, donde la confianza las ciudadanos en las instituciones resulta un factor esencial para la consolidación de la democracia. Ludolfo Paramio (1999) argumenta que la identificación partidaria y la confianza en las instituciones son condiciones para el buen funcionamiento de la democracia.
En suma, las instituciones son la base, alimentan y dan valor a la democracia a través de diversos mecanismos en distintos momentos. March y Olsen (2006) señalan que existen diversos acercamientos teóricos a las instituciones que se distinguen principalmente por: en primer lugar, cómo conciben la naturaleza de las instituciones; en segundo lugar, cómo explican los procesos que se traducen en estructuras y reglas y sus impactos políticos, y, por último, los procesos que convierten el comportamiento humano en reglas y estructuras para mantener, transformar o eliminar instituciones.
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