cual es la etapa, en la que el ser humano está en la mejor disposición para el aprendizaje
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Los seis primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo del ser humano porque, en ellos, el niño configura sus habilidades psicomotoras, cognitivas, lingüísticas, emocionales y sociales», destaca María Teresa Sanz de Acedo, pedagoga y doctora en Psicología, especializada en el área Evolutiva y de la Educación, que destaca el desarrollo de su cerebro en los tres primeros años, con «periodos de aceleración» y la importancia de adquirir unas buenas habilidades psicomotoras. El desarrollo del pensamiento es acción hasta que a partir de los dos años aparece la función simbólica. Supone un gran cambio cualitativo porque el niño puede pensar no solo el presente sino también el futuro, lo imaginario o lo posible. Entre el primer y el segundo año de vida se establece el apego y aprenden en casa cómo interactuar con los demás. Comienzan a comunicarse de forma intencional y entre los 3 y los 6 años se encuentran inmersos en un activo proceso de aprendizaje gramatical, no exento de dificultades («yo no ‘sabo’»).
«Los niños a esta edad son unas esponjas, son capaces de aprender de forma muy natural y de llegar mucho más allá de lo que pensamos», considera José Ignacio Rivas, catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga. A su juicio, hay posibilidades de potenciar más su capacidad artística (»parece que se tienen que limitar a rellenar dibujos o a puntear») o experimentar con la naturaleza y fomentar su capacidad de expresarse. «Si creas andamiajes, son capaces de aprender cualquier cosa», subraya Rivas.
En esta etapa de enseñanza no obligatoria, que se ordena en dos ciclos (hasta los 3 años en casa o en guarderías y de los 3 a los 6 años en los colegios), el juego de ejercicio y simbólico es fundamental para «ir creando capacidades en los niños para afrontar el mundo». En un contexto rico en estímulos, a través del juego van ampliando su vocabulario y van aprendiendo a contrastar y a categorizar.
«Leerles cada día algún cuento, hablarles con frases bien estructuradas y con un vocabulario adulto y diálogo constante enriquece la base sobre la que asentaremos luego el trabajo de descodificación y comprensión lectora», explica el maestro Albert Reverter. «A veces querer correr demasiado puede interferir en este “juego” que debe producirse desde el comienzo y por querer hacerlo muy pronto, prestamos excesiva atención a un aprendizaje de la lectura formal, olvidando esa base que es esencial y produce modelos mucho mejores para un niño», añade el autor del blog «Efecto Mc Guffin» antes de recordar que «los métodos de enseñar a leer a bebés no tienen apoyo alguno en la evidencia y entran más en el terreno de la pseudociencia que en el de la ciencia.
En torno a los 6-7 años, el niño cuenta con la madurez y las habilidades necesarias para disfrutar aprendiendo a leer y a escribir, con lo que adquiere estas destrezas de forma mucho más rápida que en años anteriores. La capacidad de coordinar los movimientos de sus dedos, la motricidad fina, generalmente no se desarrolla del todo hasta esta edad, en la que, además, ha salido de su egocentrismo y está preparado para disfrutar de lo que otros dicen y para comunicarse. «Trabajar fonéticamente, de la letra a la palabra y luego a la frase, es mucho más eficaz y adecuado que el aprendizaje global de la lectura, que para algunos casos como la dislexia absolutamente contraproducente», señala Reverter.
«Sabemos que por mucho que queramos adelantar la edad de aprendizaje de la lectura, un niño de 6-7 años que empiece entonces no va a ser peor lector que el que empezó antes que él (4-5 años) por el hecho de empezar más tarde, con lo que conviene sopesar si el esfuerzo en ese caso del primero (en caso de convertirse en sobreesfuerzo) vale la pena», añade el experto, para quien no hay duda de que «la escritura como proceso de representar por escrito ideas y pensamientos empieza en Primaria, para Infantil queda el trabajar a nivel de psicomotricidad fina, lo cual les preparará para hacer el trazo
Respuesta:
la mejor etapa es entre 15 y 29 años