cual es la especie de lapacho autocnomo
de de catamarca
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Está en las avenidas, en el parque y en las plazas. Por estos días el lapacho rosado adorna con sus flores los paseos, aunque el número ha disminuido bastante hasta colocarlo en la lista de los ejemplares en peligro de extinción de la selva de Yungas.
Esta especie autóctona es más que solo “una cara bonita”. Sus raíces son un biorremediador natural de los suelos contaminados, el extracto que se obtiene a partir de la cocción de sus hojas funciona como un potente cicatrizante y antimicótico. Un par de razones para cuidar a ese ejemplar que tenemos cerca y también para reforestar la ciudad con un árbol que es tan nuestro como la empanada.
Un grupo de estudiantes de los colegios Kinder (nivel primario) y Del Sol (nivel secundario) viene investigando esta especie hace cinco años. El proyecto arrancó con el estudio morfológico del lapacho. Luego, lo sometieron a pruebas de laboratorio para comprobar sus beneficios fitoterapéuticos y elaboraron jabones y cremas.
Camila Briones, Maia Aurane y María Fernanda Soria Alfonso tienen entre 13 y 15 años y cuando comenzaron con el proyecto que dirige el profesor de Ciencias Naturales, Carlos Carrió, tenían entre ocho y 10 años, como Martina Cosentino y Facundo Rodrigo, quienes ahora forman parte de esta última etapa de la investigación.
Los chicos cuentan todo lo que fueron descubriendo en estos años. Pudieron corroborar la efectividad de sus beneficios. “Hicimos la prueba con una maestra que siempre tenía lastimadas las manos por usar las tizas. Le dimos una crema hecha de lapachol (lo que se obtiene de la decocción de las hojas) y vimos cómo fue curándose”, comentaron Martina y Facundo. Esa fue una de las razones por la que bautizaron a una parte del trabajo como “Corazón de tiza, sí. Manos de tiza, no”. En una feria de ciencias obsequiaron a todas las docentes un botecito de crema realizada por ellos. Maia cuenta que le regaló la crema a su abuela que se había quemado. “Las heridas se curan más rápido que con otras cremas”, explicó.
Esta especie autóctona es más que solo “una cara bonita”. Sus raíces son un biorremediador natural de los suelos contaminados, el extracto que se obtiene a partir de la cocción de sus hojas funciona como un potente cicatrizante y antimicótico. Un par de razones para cuidar a ese ejemplar que tenemos cerca y también para reforestar la ciudad con un árbol que es tan nuestro como la empanada.
Un grupo de estudiantes de los colegios Kinder (nivel primario) y Del Sol (nivel secundario) viene investigando esta especie hace cinco años. El proyecto arrancó con el estudio morfológico del lapacho. Luego, lo sometieron a pruebas de laboratorio para comprobar sus beneficios fitoterapéuticos y elaboraron jabones y cremas.
Camila Briones, Maia Aurane y María Fernanda Soria Alfonso tienen entre 13 y 15 años y cuando comenzaron con el proyecto que dirige el profesor de Ciencias Naturales, Carlos Carrió, tenían entre ocho y 10 años, como Martina Cosentino y Facundo Rodrigo, quienes ahora forman parte de esta última etapa de la investigación.
Los chicos cuentan todo lo que fueron descubriendo en estos años. Pudieron corroborar la efectividad de sus beneficios. “Hicimos la prueba con una maestra que siempre tenía lastimadas las manos por usar las tizas. Le dimos una crema hecha de lapachol (lo que se obtiene de la decocción de las hojas) y vimos cómo fue curándose”, comentaron Martina y Facundo. Esa fue una de las razones por la que bautizaron a una parte del trabajo como “Corazón de tiza, sí. Manos de tiza, no”. En una feria de ciencias obsequiaron a todas las docentes un botecito de crema realizada por ellos. Maia cuenta que le regaló la crema a su abuela que se había quemado. “Las heridas se curan más rápido que con otras cremas”, explicó.
luci61:
muchísima gracias
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