Cuál es la diferencia entre una especie y una variedad? Ilústralo con ejemplos
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En plantas, el término variedad tiene una definición botánica y una legal.
En botánica y agronomía, la variedad es una población con caracteres que la hacen reconocible a pesar de que hibrida libremente con otras poblaciones de la misma especie. Es un rango taxonómico por debajo de la subespecie y por encima de la forma. Hay variedades que son poblaciones silvestres y hay variedades cultivadas, y están reguladas por el Código Internacional de Nomenclatura Botánica. No todas las plantas cultivadas pueden acomodarse a una clasificación botánica, si bien todas pueden ser clasificadas botánicamente hasta cierto grado.
En cambio el término legal, como utilizado en las leyes, se estableció en París en 1961, en la convención conocida como Unión Internacional para la Protección de Nuevas Variedades de Plantas (UPOV), que define a la variedad como una población de plantas mejorada genéticamente para comercialización por parte de un «obtentor» que puede ser el que la desarrolló o el que la descubrió y luego la desarrolló, y que puede ser identificada por sus caracteres al menos genéticos. A agosto de 2005, 51 países habían firmado el convenio. El reconocimiento de un producto agrícola como una «variedad» provee al obtentor de ciertas protecciones legales, llamados derechos de los mejoradores, que dependen de la extensión de la legislación interna de los países signatarios. Si las características propias se deben a la geografía de la zona de producción, una variedad puede ser registrada como una denominación de origen. Para ser registrada, una variedad ha de ser genéticamente distinta a cualquier otra conocida y a la vez homogénea entre sus propios especímenes.
Explicación:
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En plantas, el término variedad tiene una definición botánica y una legal.
En botánica y agronomía, la variedad es una población con caracteres que la hacen reconocible a pesar de que hibrida libremente con otras poblaciones de la misma especie. Es un rango taxonómico por debajo de la subespecie y por encima de la forma. Hay variedades que son poblaciones silvestres y hay variedades cultivadas, y están reguladas por el Código Internacional de Nomenclatura Botánica. No todas las plantas cultivadas pueden acomodarse a una clasificación botánica, si bien todas pueden ser clasificadas botánicamente hasta cierto grado.
En cambio el término legal, como utilizado en las leyes, se estableció en París en 1961, en la convención conocida como Unión Internacional para la Protección de Nuevas Variedades de Plantas (UPOV), que define a la variedad como una población de plantas mejorada genéticamente para comercialización por parte de un «obtentor» que puede ser el que la desarrolló o el que la descubrió y luego la desarrolló, y que puede ser identificada por sus caracteres al menos genéticos. A agosto de 2005, 51 países habían firmado el convenio. El reconocimiento de un producto agrícola como una «variedad» provee al obtentor de ciertas protecciones legales, llamados derechos de los mejoradores, que dependen de la extensión de la legislación interna de los países signatarios. Si las características propias se deben a la geografía de la zona de producción, una variedad puede ser registrada como una denominación de origen. Para ser registrada, una variedad ha de ser genéticamente distinta a cualquier otra conocida y a la vez homogénea entre sus propios especímenes.
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Resumen
En el contexto del discurso de la crisis de la política y de lo político, el presente trabajo pasa revista a los distintos enfoques desde los cuales la teoría democrática contemporánea asume y da respuesta a la problemática cuestión de los límites y alcances de la participación política en los regímenes democráticos contemporáneos. De manera específica, el texto defiende la tesis de que si bien son correctos los diagnósticos pesimistas sobre los límites de la participación agrupados en los enfoques elitistas, de la complejidad y de la mutación de la representación política; también es contundente constatar cómo la participación política se abre camino a través de múltiples experiencias en diferentes contextos sociohistóricos que se recogen en los nuevos desarrollos conceptuales esbozados por las teorías de la ciudadanía, la sociedad civil y la deliberación democrática.
Palabras clave: Democracia, participación política, sociedad civil, deliberación, ciudadanía, espacio público.
Abstract
In the context of current discourse about the crisis in politics, this work reviews various tendencies in which contemporary democracy takes on and responds to the question of the limits and scope of political participation in contemporary democratic regimes. Specifically, this text takes the position that, while pessimistic prognostications of the possibility of participation within elitist frameworks are correct, the road to participation is also opening through various experiences in different social–historical contexts seen in new conceptual developments like citizenship theories, civil society, and democratic deliberation.
Key words: democracy, political participation, civil society, deliberation, citizenship, public space.
LA PARADOJA DEMOCRÁTICA
El título que define los contenidos del presente texto aborda un conjunto limitado pero esencial de problemáticas teóricas y empíricas asociadas a la expansión de la democracia en las sociedades contemporáneas. El punto de partida para definir objetivos específicos en el presente trabajo no es otro que el de la constatación de la principal paradoja democrática de nuestros tiempos. Paradoja que consiste en la expansión global de las instituciones y principios democráticos mismos que, sin embargo, han traído consigo la inequívoca erosión y/o degradación de las prácticas democráticas.1
Ahora bien, esta paradoja que me ocupa se puede documentar y registrar, en efecto, a través de diversos autores y diagnósticos, algunos de ellos ampliamente conocidos, que a título ilustrativo y un tanto arbitrario se puede iniciar con Norberto Bobbio y su estimulante ensayo sobre El futuro de la democracia (1985) hasta las más recientes actualizaciones y variaciones de dicho ensayo paradigmático, presente en títulos como El futuro de la política de Fernando Vallespín (2000) o Posdemocracia de Colin Crouch (2004). Con esta indicación se señala, grosso modo, un recorrido que va de las "promesas incumplidas" de la democracia hasta las mutaciones del entorno y de las instituciones (el Estado–nación, primordialmente) que fenómenos como la así denominada "globalización" provocan en clave de severa erosión de las certezas que otrora nos proporcionaba el imaginario democrático.
No es exagerado sostener, en tal sentido, que pese a su contundente auge histórico a nivel mundial, la "salud" de la democracia hoy día no es óptima. En su gran mayoría, ciertamente, las democracias están marcadas por el signo de la decepción y/o desencanto. Tal malestar democrático obedece a varias razones entre las que destacan sin, por supuesto, pretender ser exhaustivo en este momento: las transformaciones del Estado nación producto de las presiones de procesos de globalización y/o mundialización; la crisis de la política y lo político manifestada de formas diferentes pero que, no obstante, comparten una creciente insatisfacción pública ante las dificultades prácticas para la configuración de un régimen político democrático. Asociado al tema anterior, también se cuentan los límites al ejercicio de la voluntad general por el excesivo acotamiento de la participación política ciudadana, circunscrita muchas veces al ámbito exclusivo de la participación electoral.2