cual es la diferencia entre peter heather y croix
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
En primer lugar, debe destacarse como positivo el hecho de que la editorial Crítica
publique la presente traducción española un año después de la aparición del original inglés,
The Fall ofthe Roman Empire. De esta forma, se hace accesible al lector de habla hispana un
aporte significativo de la historiografía anglosajona sobre la Antigüedad tardía. La celeridad
de la traducción se hace visible, sin embargo, en un número de erratas importante.
La caída del imperio romano se diferencia claramente de la línea historiográfica
dominante en los estudios de las últimas décadas sobre este período, cuya figura principal es,
sin duda, P. Brown. Dicha línea historiográfica ha estado orientada mayoritariamente hacia
temas culturales y se ha caracterizado por una inevitable disgregación temática. Heather
propone, por el contrario, una narrativa amplia, que abarca los principales procesos sociales,
económicos y culturales, pero se concentra en el problema central de la historia políticomilitar del período: las causas de la desaparición del imperio romano de occidente. El eje
central de la obra es el rechazo de la tesis que considera a factores internos (principalmente la
transformación del imperio en un Estado autoritario con un peso impositivo asfixiante) como
los causantes de la caída. Tesis expuesta en su forma clásica en las obras de M. Rostovzeff y
A. H. M. Jones.1
Heather argumenta, por el contrario, a favor de los factores externos como
preponderantes en ese proceso, en concreto: el impacto de los desplazamientos de los pueblos
germánicos hacia el interior del imperio ante la avanzada de los hunos.
Explicación:
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Explicación:
decadencia y caída del Imperio romano es un concepto historiográfico que hace referencia a las transformaciones operadas durante la Crisis del siglo III y el Bajo Imperio romano, que a partir de 395 condujeron a un rápido deterioro del poder romano, y al hundimiento del Imperio de Occidente, cuyo último emperador efectivo, Rómulo Augústulo, fue depuesto por el caudillo hérulo Odoacro, empleado al servicio de Roma.
La decadencia y caída del Imperio romano es una de las cuestiones más debatidas y estudiadas de la Historia. Es considerada por algunos como "el mayor enigma de todos", y ha sido uno de los ejes del discurso histórico clásico desde san Agustín de Hipona. La ruina de la “Roma eterna” ha perdurado como el paradigma por excelencia del agotamiento y muerte de las civilizaciones, una caducidad mundana interpretada como el precedente y anuncio del fin del mundo o, al menos, de la civilización occidental. Los siglos XX y XXI han visto multiplicarse el interés por este problema histórico, debido probablemente al hecho de que la civilización contemporánea tiene muchos rasgos comunes con la de la Antigüedad Tardía, y a que la cultura occidental está en un período de transición, como la Roma de los siglos III y IV.1
La historiografía ha oscilado entre una interpretación minimalista (la interrupción de la serie de emperadores en la parte occidental del Imperio) y una maximalista (el hundimiento de una civilización y el quiebro de una historia del mundo dividida en dos etapas: una antigua-pagana y otra moderna-cristiana). De igual modo, de un extremo al otro del espectro de teorías propuestas, se ha considerado el proceso como una larga transformación debida a fenómenos endógenos (la "decadencia") o un derrumbamiento repentino por causas fundamentalmente exógenas (la "caída"). En concreto, el término decadencia y caída hace referencia a la obra maestra del historiador inglés Edward Gibbon, quien, sin ser el primero en abordar el tema, en el siglo XVIII renovó la ciencia historiográfica por medio de su análisis del período tardo-romano, asumiendo una postura a medio camino entre las endógenas y las exógenas.
En la actualidad predominan las teorías exógenas menos dramáticas, aunque sin restar importancia a los problemas internos y las consecuencias que produjo la irrupción de los germanos en el Imperio. Esta concepción continuista defiende la pervivencia hasta época carolingia -a pesar de las invasiones y violencias- de las estructuras político-económicas fundamentales y de la concepción del poder del mundo tardorromano. Ya sugerida por el célebre historiador belga Henri Pirenne, esta corriente continuista tendría su mayor exponente en Walter Goffart, de la Universidad de Toronto, hasta cierto punto en autores como el británico Peter Heather, y en su caso más extremo en la muy criticada corriente fiscalista del francés Jean Durliat. Un ejemplo serían las palabras del profesor Gonzalo Fernández Hernández, de la Universidad de Zaragoza: