cual es la diferencia entre los países de américa latina y áfrica?
ayudenme pls es para ahorita
Respuestas a la pregunta
(No es algo seguro pero es una buena intervención)
Respuesta:
Explicación:
América Latina y África pudieron haber estado encastradas cuando existió Gondwana, en el triásico, pero se separaron en tiempos remotos al iniciarse la deriva de los continentes hasta su actual posicionamiento. Este alejamiento perduró hasta que ambas regiones fueron "descubiertas" por el europeo y se reencontraron a través del tráfico de esclavos. Fueron los propios colonizadores quienes, sin quererlo, sentaron las bases de una conexión cultural que perduraría a través de los años, al promover el ignominioso tráfico de esclavos que se inició en el siglo XVI.
Los portugueses y españoles que llegaron a la América Latina se diferenciaron de los ingleses, franceses, belgas y holandés en que se establecieron en África. El español y el portugués fueron y son las lenguas de la América Latina (con excepción de las pequeñas colonias del Caribe y las Guyanas). El continente africano se dividió de acuerdo con las lenguas del colonizador europeo que salió triunfante de las guerras mundiales: anglófonos, francófonos, lusófonos.
A lo largo de los siglos y a pesar de cierta afonía, hubo períodos en que la conexión transatlántica fue expresiva, aunque en sus orígenes haya tenido un fuerte contenido esclavista. Por ejemplo, los contactos entre las colonias portuguesas de América del Sur y África posibilitaron un comercio intrasudatlántico importante, que se mantuvo hasta la independencia de Brasil en 1922 (Sombra Saraiva, 1996). En el caso de Argentina, la entonces colonia española de Fernando Póo y Annobón, posteriormente Guinea Ecuatorial, al momento de su creación dependía del Virreinato del Rio de la Plata, en 17761.
En el siglo XIX, con la independencia de las colonias latinoamericanas de sus metrópolis ibéricas, la relación con las colonias africanas fue triangulada a través de Europa y por tanto, de baja intensidad. La situación comenzó a cambiar en la segunda postguerra con las independencias africanas y el posterior acceso de sus Estados al sistema de las Naciones Unidas, punto de encuentro con los representantes latinoamericanos.
La descolonización de Asia y África marcó el surgimiento del Sur como actor internacional, concretado en reuniones como la Conferencia de Bandung en 1955, la conformación del Movimiento de Países No Alineados en 1961 y la creación en Ginebra del Grupo de los 77 (G77) en 1964, en el marco de la reunión de la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
En este contexto, el Sur periférico surgió marcado por la ideología de la liberación nacional, contra el colonialismo, sosteniendo los principios de la no injerencia en sus asuntos internos y con el objetivo de lograr el desarrollo económico mediante la eliminación de las asimetrías con el Norte, dando prioridad a las asociaciones y coaliciones entre sí.
La idea de una alianza del Sur se vio reflejada en el espíritu de la reunión que tuvo lugar en La Habana, en 1966, con la organización de la Primera Conferencia Tricontinental que creó la Organización de Solidaridad con los Pueblos de América Latina, Asia y África (OSPAAAL) para promover la solidaridad con los reclamos y las luchas de los pueblos del Tercer Mundo (Zuluaga Nieto, 2006). Para ese entonces se hablaba del Trueno de Bandung, del surgimiento del Tercer Mundo como nueva fuerza vital en los asuntos internacionales (Worsley, 1972).
Con la independencia de los nuevos Estados africanos y el reconocimiento de su status internacional y soberano en las Naciones Unidas, se produjo el primer acercamiento entre América Latina y África, a través de las relaciones establecidas en la Asamblea General junto al Grupo Latinoamericano (GRULA), que apoyaba los procesos de liberación nacional. Se enviaron representantes para asistir a las celebraciones de la independencia de los distintos países y las primeras misiones exploratorias (Lechini, 1986).
Pero fue en la década de los años setenta que la cooperación entre los países del Sur pareció posible a través de acciones que apuntaban a mostrar un poder conjunto para cambiar un orden injusto. Se confiaba en que la cooperación entre quienes sufrían las mismas situaciones de dependencia posibilitaría reforzar su capacidad de negociación con el Norte. Ese potencial se vio reflejado con el shock petrolero de 1973 y sus efectos en las economías de los países desarrollados, mostrando las posibilidades de una concertación entre países productores de materias primas; y en 1974, cuando la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la Declaración de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) y la Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estado.