¿Cual es la diferencia entre la antigua pascua y la nueva?
Porfavor el deber es de hoy
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La Pascua tiene un origen lejanísimo en el tiempo; se puede trazar su historia y su prehistoria. Al parecer, fue en sus comienzos una fiesta de los semitas occidentales -podríamos llamarlos los antiguos árabes-. Aquellos pastores nómadas ofrecían el sacrificio de un animal joven para impetrar la fecundidad y prosperidad del ganado. Lo hacían en el equinoccio de primavera, una noche de luna llena, antes de iniciar la trashumancia, es decir, el traslado de sus rebaños desde las dehesas de invierno a las de verano. Comían la víctima asada al fuego, acompañada con el pan sin levadura que solían consumir los beduínos y con hierbas amargas que ellos sabían escoger muy bien entre los pastos del desierto. Con la sangre del animal teñían los postes de la carpa, para alejar los poderes maléficos.Última pascua, bien dicho, porque con ella caducó aquel orden antiguo, y en el curso de la misma comida se gesto uno nuevo, un nuevo orden, un nuevo rito, una nueva pascua: el cuerpo entregado del verdadero Cordero, la sangre de la alianza eterna derramada para el perdón de los pecados. El sacramento de la Eucaristía contiene la Pascua de Cristo, el paso de la persona divina del Hijo de Dios, en su santísima humanidad, a través de la muerte, hacia la vida definitiva en la gloria del Padre, que se abre para él y para la humanidad entera, redimida, re-creada en él, su protoparente y cabeza. Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado (1 Corintios 5, 7). Su cruenta pasión ha sido el verdadero sacrificio, que los hombres de todos los tiempos buscaron ofrecer a sus dioses; en la oblación del verdadero sacrificio se revela el rostro del Dios verdadero, y su nombre, que es amor. El Resucitado penetró en el santuario celestial como sumo sacerdote de los bienes futuros y mediador de una nueva alianza entre Dios y los hombres y puede salvar en forma definitiva a los que se acercan a Dios por su intermedio, y que vive eternamente para interceder por ellos (Hebreos 9, 11.15; 7, 25). El cuerpo y la sangre de Cristo, la persona viviente del Señor resucitado, son nuestra pascua, nuestra redención. Él, en su existencia corporal, en su humanidad transfigurada, es -como lo proclama San Pablo con entusiasmo- el primogénito de toda la creación, que tiene la primacía en todo (Colosenses 1, 15.18); el primero de todos en resucitar de entre los muertos (1 Corintios 15, 20).
Explicación: