¿Cuál es la diferencia entre: experiencia como materia del saber y
el saber mismo o verdadero saber, según Jorge Millas?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
De ordinario la teoría del conocimiento se articula en torno a la idea de entender cómo el sujeto explica, describe y representa el entorno, la experiencia, el mundo. El conocimiento es acerca de “lo que hay”, aun cuando, para ello, apele a estructuras ideales y no directamente empíricas. La teoría del conocimiento de Jorge Millas representa una especial forma de entender esto: conocer, expresión del pensamiento racional de un sujeto que constata la existencia de un objeto, o de una clase de ellos, de sus propiedades y de sus relaciones 1 (Millas 1969, Tomo I, p. 93), finalmente no trata con nuestra experiencia directa, sino que, al teorizar, la sustituye por aquello no experimentable, observable. Tal vez esta es la idea central del planteo epistemológico de Millas, porque en función de ella es posible estructurar muchos otros conceptos que dan cuenta de la cuestión del conocer: “conceptos límite”; “mundo”; “integración racional de la experiencia”; “operación del pensamiento”. Una precaución: esta tesis de la sustitución está pensada por el autor más en relación con el conocimiento sistemático que para el ordinario, aunque no exclusivamente.
Pero lo conocido, como algo que está por la experiencia real, tiene su origen en la experiencia; no prescinde de ella. Parte de ella. La cuestión es que no se queda allí, sino que su función es describirnos lo que no está allí, ante nosotros. La experiencia presenta este fenómeno o este otro; es eso a lo que accedemos directamente por medio de nuestros sentidos. Pero al explicar dicha experiencia introducimos estructuras mentales, los conceptos y estructuras lógicas que permiten concebir esa experiencia primaria bajo una cierta regularidad, conceptos que, como tales, no pueden estar presentes sensorialmente ante nosotros. Es lo ontológicamente ausente. Afirma Millas:
La experiencia del hecho singular, conservada como imagen de la subjetividad y, aún más, incorporada por la memoria a la serie temporal de los recuerdos, queda así sujeta a la representación de un orden sistemático de clases y de relaciones entre clases de experiencia (Millas 1969, Tomo II, p. 364).
Y agrega, allí mismo:
De este modo, también nuestro conocimiento, orientado y dirigido por el mundo real, cuya intelección y sentido incumbe a la curiosidad y a la acción del ente humano, trata con el mundo, en cada momento, mucho más en ausencia que en presencia (...) Por eso el contenido de todo pensamiento es la experiencia ausente y constituye una reconstrucción de la experiencia pasada y una anticipación de la posible. El pensamiento resulta ser, así, el sustituto de la experiencia. La experiencia misma en cuanto tal no es objeto de pensamiento: solo lo es la experiencia eventual (op. cit., p. 364).
Así se constituye lo que Millas denomina “lo ausente”. Con su propio ejemplo: supongamos el enunciado El sol alumbra. Esta estructura lingüística tiene una función cognoscitiva de indicar más allá de la mera experiencia, de señalar experiencias posibles que no nos son dadas en su conjunto. Permite transitar de una experiencia dada “sol” a otra como es la de la luz y, de allí, transitar a la teorización de la relación posible entre ambas, entre la luz y la naturaleza de una estrella, de qué depende esa relación, etc. Todo esto último es lo “empíricamente ausente”, pues es una totalidad inteligible, que es el objetivo de la ciencia.
Explicación:
La filosofía constituye para Jorge Millas la actividad que realiza la natural vocación del pensamiento humano a tensionarse hacia el límite, es decir a pensar en perspectiva de unidad, totalidad y fundamento.
El hacerse presente de las cosas no tiene aquí el sentido de una transferencia, reproducción, ni imitación del objeto. El término que Millas prefiere para designar el contenido del conocimiento es el de “representación”, mediante el cual designa la radicación del objeto en el sujeto.
Millas define el conocimiento como “una relación en cuya virtud la conciencia humana advierte o constata una situación de ser pertinente a algo que, a su vez, y en esa situación, consta ante ella”
La comprensión del conocimiento presupone la comprensión del ser. A esta conclusión se llega según Millas a través del camino seguido por Kant en la Crítica de la Razón Pura, que lo lleva a sostener que la cosa en sí trasciende ontológicamente la inmanencia del fenómeno y le sirve de fundamento.