Cuál es la diferencia de antropocentrismo y protección de la vida
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El antropocentrismo es una teoría filosófica en la cual se concibe al ser humano y sus intereses como el centro de todo, por lo que se produce una supeditación de lo “demás” (seres vivos, medio ambiente, etcétera) a las necesidades y bienestar del ser humano. Veamos el origen de la teoría que nos ocupa.
La evolución del teocentrismo al antropocentrismo se gesta cuando el hombre deja de adjudicarle a la existencia de un ser divino la mayoría de fenómenos, descubre la ciencia, por lo que la divinidad se ve desplazada para dar pie a la figura dominante: el ser humano. Francois Ost señala que el dominio irracional del ser humano sobre la naturaleza tiene un origen bíblico.[1]
Por otra parte, alguna vez el canciller inglés, Francis Bacon, mencionaba que: “el Estado moderno debe concebirse como una república científica […] cuyo objetivo es llegar a un dominio completo de la naturaleza con vistas a mejorar la suerte del género humano”,[2] es decir, una perspectiva antropocéntrica.
Por su parte, Descartes propuso una visión dual del mundo otorgándole primacía a los seres humanos por ser la única especie poseedora de alma y mente (res cogitas); en tanto que el resto de la creación sólo es materia (res extensa) que funciona inconscientemente, de esta manera Descartes abrió una brecha entre el hombre y la naturaleza. En 1633, en Fabula mundi proponía grosso modo una visión antropocéntrica al mencionar “portaros como si fuéramos dueños y señores de la naturaleza”.[3] En consecuencia, se dejó fuera de la ecuación a los seres vivos, ya que el ser humano, como único ser viviente portador de razón se establece como la figura predominante del planeta, mientras que el medio ambiente pasa a cumplir el papel de un mero instrumento, todo esto contra lo dispuesto en la Carta Mundial de la Naturaleza, emitida en 1982 por la Asamblea General de Naciones Unidas, que dicta: “La especie humana es parte de la naturaleza […] Toda forma de vida es única y merece ser respetada […] y con el fin de reconocer a los demás seres vivos su valor intrínseco, el hombre ha de guiarse por un código de acción moral”.[4]
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