¿ Cuál es la actitud de la poetisa ante la vida
Respuestas a la pregunta
Respuesta:Dicen los expertos en materia y también la voz popular, que la actitud ante la vida lo es todo. Es algo tan conocido que ya ni nos sorprende. Todos sabemos que si cambiamos de actitud, podemos ver la vida de otra manera. Que un mismo hecho, incluso doloroso, puede verse de forma muy diferente por personas distintas. Que lo que para una cultura es síntoma de desgracia (por ejemplo, la muerte de un ser querido) para otra es una celebración (el paso a una nueva forma de vida, por ejemplo).
Pero una cosa es saberlo con la mente y otra muy distinta es aplicarlo a la vida real. El caso es que la actitud es algo tan intangible, tan difícil de ver, que muchos ni siquiera somos conscientes de cuál es nuestra actitud predominante. Además nos suele pasar que esa actitud va cambiando según el día, el estado emocional, el tiempo (es bastante común sentirnos más deprimidos en días grises y fríos y más vivos en días de sol).
El cerebro funciona por ahorro energético
Sin embargo, siempre hay una actitud predominante, al menos en una determinada etapa de nuestra vida. Es algo que no podemos evitar. Somos seres de costumbres: nos acostumbramos con gran facilidad a algo que nuestro cerebro ya ha aprendido. Y es que nuestro cerebro funciona por ahorro energético: cuanta menos energía gasta, mejor. Como dicen los expertos en la neurociencia, nuestro cerebro no está programado para que seamos felices, sino programado para sobrevivir.
Y si sobrevivir supone vivir con una actitud incluso negativa, nuestro cerebro se agarrará a ella, pues verá más amenaza en el remedio que en la enfermedad.
A mi consulta de coaching acuden muchas veces personas con actitudes que no les permiten cambiar, puesto que su cerebro se ha acostumbrado a esa actitud de víctima ante la vida o de optimista inconsciente. Y como tal vez alguna vez lo consiguieron, pero siempre tienen una excusa preparada. La culpa está muy presente en su vida. Y los culpables puede ser todos: desde uno mismo (“ya, pero es que yo soy así...”) hasta las personas que tienen cerca, el gobierno, las empresas o el mismísimo Dios.
Las víctimas además se protegen, pues temen actuar, se quedan en su zona de confort y se conforman con lo que tienen, aunque en el fondo eso no les satisface. Y así es como nunca pasan a la acción, no avanzan, se quedan donde están. La queja es su arma de destrucción preferida. Pueden pasarse horas quejándose y lamentándose de su vida, llegando a sentir compasión por sí mismos... pero no hacen nada por salir de ahí.
Te pongo un ejemplo. Pedro está cansado de su trabajo, podría decirse incluso que odia el trabajo que hace, pero como es un trabajo seguro que le da de comer, no se plantea la posibilidad de cambiar, pues siempre encuentra excusas: “no encontraré nada mejor”, “a mi edad quién me va a contratar”, “más vale pájaro en mano que ciento volando”, “el país está fatal, hay mucha crisis...”
Digamos que no se da la mínima posibilidad de probar algo diferente, pues ya va con la excusa por delante.
Esta actitud es por desgracia muy común y la mayoría de personas insatisfechas suelen tener esa mentalidad de víctima que les impide actuar y perseguir aquello que quieren.
Actitud de Optimista inconsciente
distintos, haciendo lo mismo.
Yo fui durante muchos años esa optimista irracional, leía muchísimo, aprendía nuevas técnicas, pero mi vida no cambiaba: seguía siendo infeliz en mi trabajo y relaciones personales, muchas de ellas tóxicas, incapaz de cambiar nada de la situación, pues me paralizaba el miedo al cambio.
Actitud Luchadora
Este último estado mental es el que realmente funciona si deseamos implementar mejoras y cambios en nuestra vida. Para una sesión de coaching por ejemplo es vital que el cliente consiga desarrollar esta actitud. Los guerreros sí avanzan, aunque sea a pasos pequeños, salen de su zona de confort y además ven en problemas oportunidades de crecimiento.
En lugar de culpar a otros o ilusionarse sin más, pasan a la acción, aman sus problemas, pues saben que si los superan, se superan a sí mismos y crecen en todos los sentidos. Son los buscadores de soluciones, pues se hacen responsables de lo que les sucede, adueñándose de su problema.
Mientras las víctimas y los optimistas inconscientes necesitan de motivación para avanzar, los guerreros o luchadores tienen aparte de motivación un compromiso consigo mismos. La motivación puede aparecer y desaparecer, habrá días malos, nos pasa a todos. El compromiso, si es de verdad, prevalece, incluso en los momentos más difíciles.