Cual es el sistema económico de Europa en el siglo XVI y XVII
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En términos generales, puede afirmarse que el conjunto de la población europea aumentó sus efectivos entre 1500 y 1600 de 80 a 100 millones de habitantes, es decir, en torno a un 25 por 100. Las causas fueron diversas: mejora de la coyuntura económica, menor impacto de las epidemias, decrecimiento de los conflictos bélicos, etc. El aumento poblacional propició también una abundancia de mano de obra, que repercutió en la roturación de nuevos terrenos y en un incremento de la producción agraria.
La sociedad estamental tradicional observa la pujanza de un grupo económico privilegiado, enriquecido con las nuevas actividades mercantiles. La burguesía, esencialmente urbana, mirará con resquemor su alejamiento del poder político y centrará en las ciudades el eje de su actividad, imponiendo nuevos modos y estilos de pensamiento. Nobleza y clero conservarán sus privilegios, mientras que una amplia categoría de desheredados inundará los campos y ciudades y serán caldo de cultivo para la marginación y la rebelión social.
La evolución de la industria se benefició de un conjunto de estímulos derivados, en gran parte, de las condiciones generales de la coyuntura (políticas mercantilistas). Pero, a su vez, se vio lastrada por dificultades de orden estructural y por inercias del pasado. Entre estas dificultades estaban: (i) la elasticidad de la demanda de productos manufacturados, pues por término medio la población contaba con escasos recursos y podía destinar sólo una pequeña parte de sus ingresos a gastos no estrictamente alimentarios; (ii) la pobreza de la población rural, obligaba a muchos campesinos a procurarse mediante su propio trabajo manual el vestido, el menaje doméstico y otros bienes necesarios para la vida, toscamente elaborados en el ámbito familiar; (iii) la estructura gremial, basada en el trabajo artesanal y en el privilegio corporativo, heredada del período medieval y (iv) endémicos problemas de distribución que generaba la insuficiencia e inadecuación de los sistemas de transporte terrestre, que encarecían los productos en los mercados finales e impedían en gran medida la articulación de redes de distribución que superasen los estrictos marcos locales.
Con estas premisas, no resulta extraño que la industria se desenvolviera básicamente en el ámbito urbano, ligada muchas veces a la demanda de productos lujosos generada por las clases altas de la sociedad, y que, por el contrario, no hubiera lugar para una auténtica producción de masas.
Pero, junto a este conjunto de dificultades, en la definición del modelo de evolución de la industria del siglo XVI operaron una serie de importantes estímulos. Entre estos tenemos: (i) la demanda creció en este siglo a impulsos del crecimiento poblacional y de la evolución positiva de la economía; (ii) el incremento de las tasas de urbanización; (iii) la expansión comercial y los nuevos espacios económicos descubiertos; (iv) el amplio desarrollo de las técnicas mercantiles y financieras; (v) las remesas de metales preciosos que llegaron del Nuevo Mundo potenciaron la circulación monetaria y el dinamismo del mercado crearon nuevas condiciones para el desarrollo de la industria; y (vi) el papel jugado por el Estado que actuó como consumidor -la demanda estatal estimuló ciertos sectores industriales, especialmente aquellos relacionados con la industria de guerra, como la fabricación de armas o la construcción naval- y el proteccionismo estatal que formaba parte de los dictados de la política económica actuó a veces como sostén directo o indirecto de la industria, y el marco de relativa estabilidad y uniformidad territorial introducido por el Estado frente a la antigua anarquía feudal representó una condición política para el desarrollo económico en general, en el que se incluye el desarrollo industrial.
No hay que olvidar tampoco, el papel de la monarquía y de otras instituciones y grupos sociales privilegiados, como la Iglesia y la nobleza como promotores de la erección de grandes edificios, que determinó el impulso de un sector importante como el de la construcción y sus derivados.
La construcción y los oficios artísticos (tallistas, escultores) vivieron un momento de auge al compás de la proliferación de iniciativas para levantar iglesias, palacios y otras grandes obras. La aparición de la imprenta hizo que se abrieran talleres de impresión en las principales ciudades. En fin, la industria urbana se sostenía no sólo sobre la base de la demanda de bienes de primera necesidad como el vestido, el calzado o la vivienda, sino que también alentó a tenor del desarrollo del lujo, las artes y las nuevas técnicas del Renacimiento.