Ciencias Sociales, pregunta formulada por nomadicfalcon, hace 1 año

cual es el principal desfio por el que debe luchar la democracia

Respuestas a la pregunta

Contestado por cristian425
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Respuesta:Agradezco el honor que me confieren al otorgarme este premio que lleva el nombre ilustre de Guillermo O’ Donnell.  Mis agradecimientos son muy sentidos a todos quienes decidieron otorgármelo, estacando entre ellos a Gabriela Ippolito quien ha mostrado la persistencia y el compromiso de continuar y proyectar la obra fundacional de Guillermo. Lo asumo como un reconocimiento a tantos miles de latinoamericanos que han luchado por la democracia en tiempos de dictadura y contribuido a su mejoramiento y consolidación, después y ahora.

Políticos y Cientistas políticos

Admiro la magnitud de la contribución científica y política de Guillermo. Una de sus virtudes fue hacer de puente entre la ciencia política y la acción política. Admiro también su calidad humana. Cuando hablábamos, no sentía estar ante un intelectual que escuchara mis interpretaciones con aire de superioridad, sino ante una persona atenta a los hechos y a los dilemas, y con profundo respeto por quienes estaban actuando.  De mi experiencia política deseo destacar ante Uds la importancia de un trabajo estrecho entre cientistas políticos y políticos.  Aprendí que los primeros requieren conocer las complejidades, sutilezas e incertidumbres de la acción política, y los segundos deben poseer marcos rigurosos de análisis e interpretación. Hoy ese vínculo es débil, tal vez más débil que antes.  Estimular ese trabajo conjunto sería una contribución al pensamiento y la acción por la democracia en América Latina. LASA es un espacio de privilegio para estrechar ese nexo.

 

El Valor de los testimonios

Los testimonios iluminan el pasado para aprender de la historia. Quiero partir relatando algunas lecciones que he aprendido durante mi vida política. ¿Por qué entré en política? Confieso que nunca pensé que en Chile se desplomaría la democracia y sobrevendría tal tragedia.  Imaginaba, como muchos de mi generación, que la democracia era como la cordillera de los Andes, inamovible. Los hechos me demostraron que la democracia es como un jardín, y debe ser cuidada a diario.  

El rumbo que tomaron nuestras vidas dependió de las circunstancias históricas, no tuvo nada de heroico. Hubo un momento, durante el traslado de un grupo de ministros, senadores y diputados desde Santiago al campo de concentración de la dictadura en la Isla Dawson, cuando tuve la convicción de que seríamos fusilados. Fue un instante en que toda la vida se resume en un segundo. Algo ustedes han podido observar en el “tráiler” de la película Isla 10, mi numero en prisión, basada en mi libro producida por el gran cineasta Miguel Littin.[1] Veo que ocurre lo mismo hoy en Venezuela, cuando tantas personas se han volcado a la acción pública, arriesgando la libertad e incluso la vida. También veo amigos estadounidenses que están dispuestos a dejar sus actividades habituales para organizarse en la defensa de sus valores democráticos. Las circunstancias encaminan a los que tienen la vocación.

Pasé por tres campos de concentración durante más de un año; la clave fue sobrevivir.  Y luego viví 10 años de exilio, con prohibición de reingreso al país. Muchos sufrieron harto más que yo, tantos desaparecieron, pero la mayoría mantuvo la resolución de luchar. Lo atestiguan los dirigentes sindicales, mujeres, madres y familiares de los detenidos desaparecidos, que no han cesado de demandar justicia y verdad. Y entonces aprendí otra lección. Si uno se sume en la justificada amargura y deja que su espíritu se contamine con un ánimo negativo no puede convocar para construir una sociedad mejor. Decidí entonces dedicar mi vida a recuperar la democracia y la justicia. La tarea era construir una nueva fuerza política y social, y batallar por un mundo mejor, en libertad, sin dictadura.

Explicación:eso es todo

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