¿Cuál es el papel que
desempeña el Estado en el mercantilismo?
Respuestas a la pregunta
Respuesta: El mercantilismo ve la intervención del Estado como el medio más eficaz para el desarrollo económico. Otra tendencia del mercantilismo era robustecer hacia el exterior el poder del Estado, subordinando la actividad económica hacia ese objetivo, e interesándose por la riqueza en cuanto sirva de base para ella.
Explicación: El papel de la riqueza como medio de poder no dejaba de ser una evidencia para los gobernantes europeos a comienzos de la Edad Moderna. El dinero permitía levantar y mantener ejércitos, financiar guerras, sostener complejas burocracias y, en definitiva, costear ambiciosos programas de gobierno. No es de extrañar, por ello, el interés mostrado por el poder político en intervenir en los asuntos económicos, particularmente los comerciales. Máxime, cuando "era opinión ampliamente arraigada en aquellos tiempos la de que el total de la prosperidad del mundo era constante, y el objetivo de la política comercial de cada país en particular (...) era el de conseguir para la nación la mayor parte posible del pastel" (K. Glamann). A la praxis económica derivada de estos conceptos se la conoce con el nombre de mercantilismo. El mercantilismo no constituye exactamente una escuela sistemática de pensamiento económico. Más bien se trata de un conjunto de ideas y prácticas en el plano de la política económica, definidas por características comunes. La primera de ellas, como se deriva de la anterior afirmación, es la orientación nacionalista. El fomento de la economía nacional y la defensa de los intereses propios subyace en todo programa de política mercantilista. Los Estados intentaban promover el crecimiento material de sus súbditos como condición indispensable de su propio poder. Se trata, por tanto, y en segundo lugar, de una política económica proteccionista e intervencionista, pues se entendía que era la propia acción del poder político, ejercida mediante leyes y prohibiciones, el más eficaz medio de conseguir los objetivos trazados. Tal intervencionismo, lejos de estorbar los intereses de la incipiente burguesía mercantil y financiera, constituyó en realidad una práctica favorable para sus negocios en esta fase inicial de desarrollo del capitalismo, al permitirle disfrutar de condiciones ventajosas derivadas de la protección estatal. Ha sido lugar común asignar al "metalismo" una situación central en los objetivos de la política mercantilista. Según ello, la mentalidad económica de la época procedería a una vulgar identificación entre riqueza y posesión de metal precioso. En función de este prejuicio crisohedonista se orientaría la acción económica del Estado. Enriquecer al príncipe consistiría básicamente en lograr atraer hacia sus arcas la mayor cantidad posible de oro y de plata. Y, dado que la cantidad de metal precioso existente era finita, la disputa con el resto de los países por asegurar la posesión de la mayor parte se hacía inevitable. En realidad, esta visión ingenua se encontraba ya superada en el propio siglo XVI. Algunos tratadistas de la época percibieron con claridad que el dinero no constituía sino una mercancía más, cuyo valor está sujeto al volumen de su oferta. Así, por ejemplo, en un pasaje muy conocido de su obra "Comentario resolutorio de cambios", publicada en 1556, el español Martín de Azpilcueta afirmaba: "todas las mercaderías encarecen por la mucha necessidad que ay, y poca quantidad dellas; y el dinero en quanto es cosa vendible, trocable o conmutable por otro contrato, es mercadería, por lo susodicho, luego también él se encarece por la mucha necessidad y poca quantidad dél...".