¿Cuál es el mensaje principal de los textos bíblicos 3,15 genesis
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Con la excepción de Juan 3:16, es posible que ningún otro versículo en la Biblia sea más crucial y definitivo que Génesis 3:15, “Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el talón”. Como escribió Alec Motyer, “Toda la Escritura no puede estar concentrada en cada versículo, pero si podemos leer con la confianza de que cada versículo va a contribuir a darle sentido a la Biblia en su totalidad. Esto es lo que ocurre en Génesis 3:15” (Look to the Rock [Mira a la Roca], IVP, p. 34). Varios elementos importantes surgen a la misma vez:
En primer lugar, se establece un principio que vemos a lo largo del Antiguo Testamento, creando la expectación del Redentor, quien habría de venir de la descendencia (una “simiente”) de Adán y Eva. Es por eso que Eva, de forma prematura y terriblemente equivocada, pensó que esa promesa se cumpliría en su primogénito Caín (Gén. 4:1). Igualmente, haciendo un eco deliberado a este pensamiento, cuando Dios hace el pacto con el patriarca Abraham, toca la nota de una “simiente” que resuena como la campanada de una iglesia (Gén. 12: 7; 13: 15-16; 15: 3, 13, 18; 17: 7-10, 12, 19; 21: 12; 22: 17-18; etc.). Nadie que esté leyendo la Biblia se le escapa este hilo conector: Dios está haciendo algo en la historia de Israel, que tiene su raíz en la promesa dada en el Edén. Cuando María descubre que ella está esperando un bebé, Gabriel le anuncia acerca de su futuro hijo: “Este será grande” (Lc. 1:32), claramente captando una frase ya dicha a Abraham y a David (Gén. 12:2 ; 2 Sam. 7:9). “Este” se refiere a Jesús, por supuesto. La Vulgata Latina lo interpretó como “esta”, dando a entender que se trataba de María, pero eso fue una exégesis con intereses creados acerca de dogma. No es la mujer que vence, sino su simiente. En segundo lugar, se establecen los parámetros por los cuales Dios habría de redimir a su pueblo de su pecado. Desde los primeros tiempos, a Génesis 3:15 le han llamado el preevangelio, porque es la primera señal del plan redentor de Dios después de la caída en el jardín del Edén. Cuando Adán y Eva no pudieron obedecer los términos del pacto de las obras (Gén. 3:6), Dios no los destruyó (cosa que se hubiese hecho justicia), sino que les reveló su pacto de gracia al prometerles a un Salvador (Gén. 3:15), quien restauraría el reino, el cual luego habría de ser destruido. El método de la gracia de Dios es costoso: el calcañar del Salvador iba a ser herido. Por supuesto, esto es una metáfora que, en contexto, hace contraste con el golpe que recibiría la serpiente (el aplastamiento de su cabeza), aunque también, de inmediato se hace evidente lo que esto implica: el derramamiento de sangre de un sustituto. Eso pareciera ser lo que está detrás de la provisión de pieles de animales como vestimentas para Adán y Eva en Génesis 3:21. Sangre debe ser derramada para que los pecados puedan ser perdonados, algo que explica por qué es que la ofrenda de Abel (de los primogénitos de sus ovejas) es aceptada, pero la de Caín (del fruto de la tierra) no lo es (Gn. 4:3-5). La forma ya está clara: “sin derramamiento de sangre no hay perdón” (Heb. 9:22).
Explicación:
Respuesta:
Cain por matar a su hermano Abel fue castigado y marcado por dios,
No se le debe desobedecer.
Explicación: