¿Cuál es el impacto de los
Mass Media a nivel cultural, político, económico, etc?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
En el campo de la economía, aunque se haya reconocido por otras ciencias sociales que la información y el hecho informativo como todo acto de intercambio en el capitalismo están sometidos a procesos de producción, distribución y consumo mercantil, no se le ha dado la suficiente importancia como punto neurálgico para el éxito o fracaso de los esfuerzos que se hagan en procura del desarrollo social. Existen, sin embargo, esfuerzos importantes en las escuelas norteamericana y europea al rededor de la llamada economía de la información, lo cual constituye un intento trascendental de incorporar la teoría de juegos al estudio del funcionamiento del mercado (Cahuc, 2004) en aquellos casos donde la información es costosa. Se busca así representar las interacciones estratégicas de los agentes racionales, cuando alguno de ellos se encuentra mejor informado2. No obstante, al estar sumergidos en marcos teóricos que delimitan el problema del flujo de la información, como un bien escaso y aislado de otras instituciones sociales distintas al mercado en sentido lato, deja de lado su especificidad como bien económico, interrelacionado con otros ámbitos e instituciones sociales y políticas, y se corre el riesgo de particularizar demasiado y dejar por fuera el funcionamiento general del sistema.
Desde otro ángulo, y de manera más específica, se ha abierto un fecundo campo de estudio dentro de los estudios culturales que ven en el consumo de la producción mediática importantes consecuencias sobre la construcción de símbolos y la determinación de la identidad. Bajo esta perspectiva, los bienes culturales que en buena parte suministran los medios masivos de comunicación haciendo parte de las industrias culturales, son mercancías que más allá de los valores de uso y de cambio tradicionales, encierran valores simbólicos, es decir, elementos intangibles que involucran la contemplación estética y los imaginarios que dan sentido a la vida de las personas como individuos y miembros de una comunidad (Barrios, 1990; Zallo, 1994)3. En este último sentido, desde distintos focos de las disciplinas sociales y humanísticas, pensadores latinoamericanos (analistas de medios) como Néstor García-Canclini, Guillermo Orozco, Jesús Martín Barbero y Guillermo Sunkel (Sunkel et ál., 2006), han asumido la investigación a partir de dos premisas: primero, reconociendo que la disciplina económica tiene poco que decir en torno a los nodos de la intermediación comunicativa, en tanto la problemática supera las categorías analíticas de las teorías tradicionales (clásicas) como el valor de uso y el valor de cambio; y segundo, concentrándose en los impactos del mensaje como producto mediático sobre las estructuras culturales de los pueblos, es decir, situándose en los efectos del consumo cultural y sus repercusiones sobre las representaciones mentales y los cambios identitarios de los territorios involucrados.
Frente a este panorama, nosotros pensamos que si bien el consumo cultural4 se convirtió en una categoría de alta riqueza analítica en el campo de disciplinas como la antropología y la sociología, su despliegue no invalida el análisis económico. De hecho, muchos de los modernos análisis del desarrollo se construyeron sobre la base de conceptos afines como el de consumo ostensible que explica Thorstein Veblen (1973) en su teoría de la clase ociosa. No obstante, el objetivo de este trabajo no es discutir la validez o la originalidad de estos conceptos, sino más bien revisar el papel del mensaje como producto informativo sometido al proceso de producción, distribución y consumo capitalista, y que lleva a constituir a los medios de comunicación como instituciones que juegan roles importantes para el desarrollo como empresas propiamente informativas, económicas y políticas. Se trata, entonces, de aplicar las herramientas teóricas de la economía política para establecer la dinámica de la actividad mediática en los llamados países emergentes, que en su mayoría han acogido los modelos liberales de desarrollo para generar el bienestar común5. Pero llegados aquí, salta la pregunta para la economía del desarrollo: ¿si la tendencia del capitalismo periférico es la concentración industrial, no es esto suficiente para decir que la empresa informativa sucumbió ante los apetitos de la competencia imperfecta? o, ¿es que la supremacía de los criterios políticos socavó strictu sensu el régimen de libre concurrencia y la economía tiene poco que decir sobre el particular?
Planteado así, empezaremos revisando el papel de la empresa informativa en el sistema capitalista y la conversión del mensaje como acto comunicativo en mercancía sujeta a la oferta y la demanda. Luego, el papel de las empresas de medios como organizaciones económicas que aplican estrategias para asegurar su supervivencia financiera y, finalmente, las tensiones regulatorias que se presentan a la hora de alcanzar el desarrollo y el bienestar.