Filosofía, pregunta formulada por emilia2892, hace 10 meses

cuál es el bien máximo para el cinismo?​


luciakaramaneff: OKAS
luciakaramaneff: YA TE LA DOY
luciakaramaneff: tenia la misma pregunta una vez ya te paso
luciakaramaneff: per por favor ayudame con mi ultima pregunta de mi perfil
luciakaramaneff: ya la respondi
luciakaramaneff: me ayudas vos a mi ahora
emilia2892: LA NECESITAS YAYAYAAY???
emilia2892: porque estoy por entrar a clases de zoom
luciakaramaneff: SI PORFA
luciakaramaneff: YAYAYAYAYYAYAYAYYAYAYAYAYYAYAYYAYAYAYYAAYAYAYAYAYYAYAYAYAYAYYAY

Respuestas a la pregunta

Contestado por luciakaramaneff
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Respuesta:La secta cínica tuvo por fundador a Antistenes, discípulo de Sócrates, de quien tomó la rígida sobriedad que llevó todavía más adelante que su modelo. En vez de imitar la prudencia que caracterizaba a su maestro, afectaba una virtud severa que sólo respiraba orgullo. Presentábase en público cubierto con una mala capa, la barba larga y descuidada, y apoyado en un palo. Desechaba todas las comodidades de la vida, despreciaba las riquezas, la reputación, las dignidades, en una palabra, todo lo que buscan los hombres con más avidez.

Pero esta última máxima no tardó en caer en desuso entre sus sectarios, quienes prefiriendo el título de cosmopolitas al de ciudadanos, sacudieron la dependencia consiguiente a los vínculos del himeneo y justificaron el nombre de cínicos que caracterizaba perfectamente la impudencia de que hacían alarde. « Los cínicos de la propia manera acogen y acarician la virtud, y a los que la practican, en tanto que reprueban las pasiones y vituperan a los que se entregan a ellas, aunque estén sentados en un trono». La singularidad de los cínicos consistió principalmente en querer introducir en medio de la depravación de la Grecia las costumbres del estado de la naturaleza y los discursos propios de la rudeza de los primeros tiempos. Los errores que se les atribuye, parece que provinieron de una definición capciosa de Antistenes, quien dijo que todo lo que producía un bien, era honesto, y lo que un mal, vergonzoso.

El principio, pues, fue de Antistenes, pero las consecuencias las dedujeron sus sucesores. Para dar una idea de la diferencia que había entre la manera de pensar de aquel, y la de Diógenes, su discípulo, bastará referir el hecho siguiente. Sería prolijo referir todos los errores en punto a moral, a que el orgullo, la sutileza de imaginación, y el afán de singularizarse, lanzaron a los sucesores de Antistenes, quienes sin duda en otros tiempos hubiesen podido ser ciudadanos útiles a su patria. Los cínicos no atribuían bienestar alguno a las riquezas, y lejos de murmurar de los males que afligen a la humanidad, los consideraban, según dice Arriano, como medios de manifestar las más nobles cualidades del alma.

« Así es como deberá conducirse quien aspire a llevar el cetro de Diógenes. » Hay que convenir, sin embargo, en que era extremada la vanidad de los cínicos, quienes afectando dominar sus pasiones no ocultaban su orgullo y se exponían a la burla del público. No nos admiremos, pues, de que el sabio no quiera casarse ni tener hijos. Ninguna secta ha tenido un carácter tan pronunciado como la de Antistenes, quien considerando a la virtud como el fin único de las acciones humanas, despreciaba la nobleza, las riquezas, la gloria, cual bienes inútiles para la felicidad, conforme al principio de Sócrates, de que siendo propio de los dioses no tener necesidad alguna el hombre que tuviese menos necesidades sería el que más se acercase a la Divinidad.

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