Historia, pregunta formulada por guadalupee39, hace 6 meses

¿Cual era la situacion de la ciencia a partir de la edad moderna?

Respuestas a la pregunta

Contestado por griselmartinezxd07
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Respuesta:

ExplComo ya vimos en nuestras dos primeras entregas sobre el desarrollo de las ciencias, en el largo período que va de la Antigüedad Clásica a la Edad Media las ciencias positivas no alcanzaron más que desarrollos (en ocasiones sumamente puntuales) en lo relativo a las ciencias matemáticas y la astronomía, manteniéndose amplias áreas del saber sin conceptualizar.

Si acaso, además del cuestionamiento de parte del cardenal Nicolás de Cusa en el fin del siglo XV del modelo geocéntrico defendido por Claudio Ptolomeo en el Almagesto, postulando que un Universo infinito no puede tener de centro al planeta Tierra, y de la negación de toda relación causal que no sea la eficiente por parte de Guillermo de Ockham (con la teoría del impetus como precedente del principio de inercia newtoniano).

Esto, sumado a la crítica al principio de autoridad y la restauración del bon sense a la que aludía Descartes, junto con el derrumbe del principio medieval de autoridad y la instauración de un nuevo método científico basado únicamente en la inducción, sustitutivo del aristotélico de la inducción y la deducción (tal y como se enuncia en el Novum Organum de Francis Bacon), facilitaría el paso a la revolución científica y el cambio del paradigma geocéntrico al heliocéntrico, que diría Kuhn, con el surgimiento de la moderna física.

No obstante, esta imagen heroica de la Modernidad como la época que derrumba el atraso medieval e instaura una nueva ciencia merece ser matizada: fue precisamente la reversión, que no anulación, de los principios teológicos medievales, lo que hizo posible la revolución científica.

Como diría Gustavo Bueno, Dios pasa de ser aquello de lo que se habla a ser el lugar desde el que se habla, lo que ha denominado bajo el sintagma de inversión teológica.

Esta manera de ver el mundo desde otra perspectiva supone también una idea diferente sobre la importancia de la experiencia en la investigación científica moderna: resultaría muy incompleto afirmar que lo único que propició la revolución científica fue la sustitución del método científico aristotélico por el baconiano. Cuando es fácil rastrear en las principales figuras de la física y la astronomía, como Kepler, Galileo o Newton, la decisiva influencia que tuvieron los desarrollos de la geometría y el álgebra, que en la práctica estuvieron estancadas desde el año 300 hasta el 1600.

De Galileo a Newton

Como ya vimos en nuestras dos primeras entregas sobre el desarrollo de las ciencias, en el largo período que va de la Antigüedad Clásica a la Edad Media las ciencias positivas no alcanzaron más que desarrollos (en ocasiones sumamente puntuales) en lo relativo a las ciencias matemáticas y la astronomía, manteniéndose amplias áreas del saber sin conceptualizar.

Si acaso, además del cuestionamiento de parte del cardenal Nicolás de Cusa en el fin del siglo XV del modelo geocéntrico defendido por Claudio Ptolomeo en el Almagesto, postulando que un Universo infinito no puede tener de centro al planeta Tierra, y de la negación de toda relación causal que no sea la eficiente por parte de Guillermo de Ockham (con la teoría del impetus como precedente del principio de inercia newtoniano).

Esto, sumado a la crítica al principio de autoridad y la restauración del bon sense a la que aludía Descartes, junto con el derrumbe del principio medieval de autoridad y la instauración de un nuevo método científico basado únicamente en la inducción, sustitutivo del aristotélico de la inducción y la deducción (tal y como se enuncia en el Novum Organum de Francis Bacon), facilitaría el paso a la revolución científica y el cambio del paradigma geocéntrico al heliocéntrico, que diría Kuhn, con el surgimiento de la moderna física.

No obstante, esta imagen heroica de la Modernidad como la época que derrumba el atraso medieval e instaura una nueva ciencia merece ser matizada: fue precisamente la reversión, que no anulación, de los principios teológicos medievales, lo que hizo posible la revolución científica.

Como diría Gustavo Bueno, Dios pasa de ser aquello de lo que se habla a ser el lugar desde el que se habla, lo que ha denominado bajo el sintagma de inversión teológica.

Esta manera de ver el mundo desde otra perspectiva supone también una idea diferente sobre la importancia de la experiencia en la investigación científica moderna: resultaría muy incompleto afirmar que lo único que propició la revolución científica fue la sustitución del método científico aristotélico por el baconiano. Cuando es fácil rastrear en las principales figuras de la física y la astronomía, como Kepler, Galileo o Newton, la decisiva influencia que tuvieron los desarrollos de la geometría y el álgebra, que en la práctica estuvieron estancadas desde el año 300 hasta el 1600. De Galileo a Newton

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