¿cual era el papel de la iglesia en los tiempos feudales, sus abusos y el oscurantismo en que vivian?
Respuestas a la pregunta
La iglesia católica tuvo un papel decisivo en el sistema feudal de la época medieval. Para comenzar, esta institución religiosa tenía aproximadamente el 30% de todos los feudos que existían en Europa para ser explotados a su voluntad. Además, los demás señores feudales tenían que pagarle al clero el 10% de sus cosechas en forma de diezmo.
La iglesia tuvo el auge de su poderío en esta época, ya que mientras el continente estaba políticamente dividido, esta institución ejercía el único poder que se mantenía constante.
Así mismo, gracias a toda la influencia que tenía, la iglesia se convirtió en el centro de la vida intelectual, y bajo sus instrucciones se impedía el acceso a la educación a aquellos que no fueran nobles o pertenecientes al clero.
Muchos historiadores afirman que hacían esto para impedir el interés por la ciencia y la investigación, que podían poner en tela de juicio el origen divino del poder de la iglesia.
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Respuesta:
Explicación:
El cristianismo, que impregnó la cultura europea medieval, había cobrado auge en el Imperio romano a partir del siglo II. Indiferenciado al principio del judaísmo, al separarse netamente de éste perdió la condición de religión lícita y autorizada por el Senado. Sin estatuto jurídico ni deseo de obtenerlo, con nuestro Señor Jesucristo como pilar, y con un propósito manifiesto de establecer el reino de Dios en la tierra, el cristianismo fue objeto de persecuciones en las personas de sus dirigentes y propagadores (por la imputación de un delito común de rechazo activo al orden constituido, no por motivos de conciencia). Por fin, el emperador Galieno (mediados del siglo III) declaró el cristianismo religión lícita. A partir de ese momento, y consolidado ya el primado del obispo de Roma, la naciente Iglesia, que había extendido su influencia a las clases altas, emprendió la doble tarea de combatir las herejías nacidas en su seno, mediante la definición y unificación doctrinal (primer concilio ecuménico en Nicea, 325, donde se elaboró el Credo), y destruir los cimientos ideológicos de la sociedad pagana.
Tras la caída del Imperio, dos pontífices, san León y san Gregorio Magno (fines del siglo VI), delinearon el plan que habría de seguir la Iglesia en los siglos siguientes: primacía de la Santa Sede (que gracias a los carolingios contó con un Estado propio), independencia respecto de los poderes temporales, monopolio en la definición dogmática, y expansión de la doctrina mediante la acción misionera. En este último aspecto, el desarrollo del monacato desempeñó un papel muy importante, ya que los monasterios fueron centro de irradiación cristiana (desde las islas Británicas, por ejemplo, se evangelizó buena parte del mundo germánico) y asimismo de conservación, siquiera parcial, de la cultura clásica, cuya supervivencia peligraba tras las invasiones.
La Iglesia no escapó al fenómeno feudal, pues al recibir tierras de emperadores, reyes y señores, los obispos y abades se convirtieron de hecho en feudatarios, con las consiguientes obligaciones y servidumbres, y a su vez tenían vasallos. Las consecuencias de esta situación fueron la venta de dignidades eclesiásticas (simonía) y el desempeño de tales dignidades por personas que sólo perseguían las ventajas materiales que comportaban (nicolaísmo).