¿Cuál era el miedo de que los baobabs crecieran? por favor ayudemen
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Un día, el baobab, dándose cuenta de su fuerza y su majestuosidad, pensó que era digno de estar junto a los dioses, así que crecería y crecería hasta llegar a su paraíso. El baobab pensó que era un dios como los que lo habían creado. Pero esto fue un error, la arrogancia y el egoísmo del baobab hizo que los dioses se enfadaran.
Explicación:
Respuesta:
Explicación:Estamos seguros de que el famoso libro de Antoine de Saint-Exupéry, “El principito”, es uno de tus favoritos. Si es así, es muy posible que recuerdes uno de sus miedos, uno de los temores que el joven protagonista solía padecer casi de modo obsesivo: los baobabs y El Principito.
Según él mismo explicaba, todo el suelo del planeta estaba infestado de semillas de baobabs. Y algo así era un peligro, puesto que si uno no se libraba de ellas a tiempo, todo el suelo quedaría perforado por sus raíces. Los baobabs crecerían en poco tiempo como gigantes titánicos, enormes monstruos que colapsarían de inmediato un planeta tan pequeño como el suyo. Hasta hacerlo explotar. Y todo, absolutamente todo, desaparecería.
Y entonces ¿cómo librarse de ese peligro?” – Es una cuestión de disciplina – explicaba el Principito-. De rutina. Cuando uno termina de asearse por la mañana, tiene que asear también cuidadosamente su planeta. Hay que arrancar con regularidad esos pequeños arbustos por donde crecen ya los baobabs, cuidando de distinguirlos bien de los rosales. Porque los rosales son buenos, hermosos. Mientras que los baobabs, son peligrosos. Es un trabajo muy fastidioso, pero fácil.”
¿Qué conclusión podemos sacar de esta idea? Los baobabs y el principito no se llevaban nada bien. Según este cuento ellos son nuestros miedos. Nuestros pensamientos negativos, esos que no debemos alimentar y que debemos saber arrancar a tiempo. Hablemos hoy sobre ello, desde la interesante perspectiva del famoso personaje de Saint- Exupéry.
Los miedos y las distorsiones cognitivas
Los baobabs y el Principito nos señalan que todos nosotros tenemos un miedo. O quizá varios. Miedo a la soledad, miedo a ser rechazados, a fracasar. Miedo a lo imprevisto, a las serpientes, a los payasos, miedo a lo que no podemos controlar. Como humanos que somos es habitual sentir y experimentar la emoción del miedo.
Evolutivamente tiene una finalidad muy sencilla: La de sobrevivir. Huir de lo que nos hace daño para garantizar nuestra supervivencia. No obstante, es necesario plantearnos la siguiente pregunta ¿Debemos escapar siempre de lo que nos hace daño? En ocasiones, hay que saber hacer frente.
Todos vivimos con nuestros miedos de un modo más o menos eficaz. Si sabemos controlarlos y gestionarlos adecuadamente, no interrumpirán nuestras vidas para hacernos prisioneros de dichas dimensiones, porque es ahí donde está el auténtico riesgo del miedo.
Si temo al fracaso nunca iniciaré ningún proyecto, si me da miedo lo desconocido jamás saldré de mi zona de confort. Si tengo un miedo irracional a lo imprevisto, es posible que elija encerrarme en casa hasta que poco a poco, me vuelva agorafóbico.
Si dejamos que nuestra realidad se “infeste de semillas de baobabs” poco a poco, éstos irán creciendo de modo imparable. En el momento en que perdamos nuestra sensación de control y permitamos que los miedos nos superen, los baobabs habrán crecido de un modo tan descomunal, que también nuestro pequeño planeta acabará colapsando. Estallando.