¿Cuál era el contexto político de Rusia a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX?
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En 2017 se cumple el centenario de las dos Revoluciones Rusas -febrero y octubre-, que marcaron, junto con la Gran Guerra, el comienzo del siglo XX, con grandes consecuencias durante dicha centuria. En este año dedicaremos una serie de trabajos para entender este fundamental hecho histórico. Comenzamos con un análisis de lo que era Rusia en el siglo XIX.
El Imperio ruso era un Estado inmenso, entre dos continentes, Europa y Asia. Era gobernado de forma absolutista por los zares, que concentraban todos los poderes, decidían sobre la paz y la guerra, decretaban las leyes, nombraban y separaban ministros, y poseían la máxima autoridad religiosa. No existía ninguna institución que limitase el poder de los zares, que gobernaban a través de una compleja administración y de la policía, encargada de la persecución de cualquier persona o grupo considerado como subversivo.
El zar Alejandro I había emprendido algunas reformas liberalizadoras a comienzos del siglo XIX, pero la invasión napoleónica arrinconó los cambios. En el año 1821, el zar, temeroso de la llegada de las ideas liberales a Rusia, instituyó la Policía Militar Especial, dedicada a la investigación y represión de los focos subversivos que comenzaban a aparecer en todo el país. Dicha policía dedicó muchos esfuerzos para controlar el mundo intelectual, estableciendo una férrea censura en todo lo que se publicaba. Los grandes autores de la literatura rusa sufrieron dicha censura, como Pushkin, Lermontov, Turgueniev, Gogol, Dostoyewski, Tolstoi, o Chéjov. La PME estableció una compleja red de espías, delatores y confidente por todo el Imperio ruso.
Su sucesor, Nicolás I, no sólo olvidó los tímidos intentos de su antecesor, sino que, además, remachó el carácter autocrático del régimen político, reforzando todos los mecanismos de control sobre sus súbditos, la prensa y la universidad, posibles focos de protesta o contestación y de difusión de ideas liberales occidentales. Nicolás fue uno de los monarcas absolutos protagonistas de la Europa de la Santa Alianza.
Durante el reinado de Nicolás se produjo la insurrección de los decembristas. Este movimiento fue protagonizado por un grupo de oficiales rusos, casi todos miembros de la Guardia Imperial, que conspiraron en San Petersburgo para intentar derrocar al gobierno del zar Nicolás I, en diciembre de 1825. Pero fracasaron y sufrieron una durísima represión; unos fueron ejecutados y otros fueron deportados a Siberia. Algunos consideran esta intentona la primera revolución rusa. Los decembristas pretendían instaurar un sistema liberal constitucional. Es evidente que no tuvo la repercusión de la posterior de 1905 pero, no cabe duda, que fue el primer intento serio de derrocar la autocracia zarista.
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