¿Cual crees que es la misión de nuestra Iglesia ?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:la mision es creer en Dios
Explicación:
Respuesta:
Las misiones puede referirse a los asentamientos o colonias establecidas por misioneros para evangelizar a los nativos en regiones inhóspitas y a su vez prestarles ayuda humanitaria, como también puede referirse a organizaciones religiosas evangélicas responsables del envío de misioneros para la predicación
Al hablar de Iglesia, me estoy refiriendo, no a una institución o estructura, ni a una organización confesional. No hablo de una jerarquía eclesiológica, ni de una directiva eclesiástica, sino del pueblo creyente, de aquellos creyentes, de aquellos que, por «virtud del Espíritu Santo», se han incorporado al Cuerpo Místico de Jesucristo; me estoy refiriendo a los cristianos, al simple miembro de la Iglesia, a la Iglesia que «está en las casas», «por las calles», «en las fábricas», en las escuelas», «de cara al campo», o «de espaldas» a la realidad social que vivimos, pero que guiados por el Espíritu sean capaces de ser instrumentos de gracia Más propiamente, a los que como decía Martín Lutero, se esfuerzan o están en disposición de ser «Cristo para sus prójimos reconociendo en todos y cada uno de ellos a Cristo».
Tenemos pues que empezar por abrir las puertas de la Iglesia, salir al campo abierto, reconocer y compartir la realidad del hecho concreto humano que nos rodea, el fenómeno histórico que ha ocurrido y ocurre en la Historia contemporánea de nuestra Patria y del mundo. Hay que reconocerlo y compartirlo, en nuestro caso, como lo que es, ni más ni menos que una Revolución Marxista-Leninista. En el siglo veinte no puede ser de otra manera. El principio revolucionario Marxista es el principio revolucionario del presente siglo; así como en otros siglos las revoluciones se hicieron bajo la égida, dirección, orientación o influencia de otros principios revolucionarios. Así, por ejemplo, es imposible, imaginar hace un siglo, una revolución que no tuviese vinculación ideológica con los principios de la Revolución burguesa, especialmente la francesa.
Naturalmente que si confiamos más en nuestra inteligencia, habilidad y estrategia que en la habilidad, inteligencia y estrategia del Señor de la Historia, sería bueno que recordásemos las palabras de Isaías profeta, de que «Sus Caminos y Pensamientos son más altos que nuestros caminos y pensamientos»; o, por lo menos, las de Jesucristo cuando dijo: «No digáis somos hijos de Abraham, que Dios puede perfectamente hacer de estas piedras hijos de Abraham». De hecho lo ha hecho con todos los revolucionarios de todos los siglos anteriores, y lo hace con los revolucionarios de hoy. Luego, la primer cosa para hablar de la Misión de la Iglesia en una sociedad Socialista es aceptar con seriedad la existencia y realidad de esa sociedad; y gústenos o no, tomarla como lo que es, como la ideología revolucionaria del mundo que nos ha tocado vivir, y al que debemos servir, porque para eso Dios nos ha llamado.
LA IGLESIA TIENE UNA MISIÓN NO UNA DIMISIÓN
En segundo término, se hace necesario reconocer que existe tal misión positiva; de otra forma, no sería «misión» sino «dimisión»; que será deber de la Iglesia llevar a cabo dicha misión para bien de esa sociedad. Si no lo entendemos así, huelga nuestra reunión y nuestro estudio en esta tarde.
Huelga el tema y su discusión. Si pensamos irresponsablemente que la Misión de la Iglesia es destruir esta sociedad, no servirla; que nuestra Misión es eliminarla, no aportar nuestro fermento evangélico para su creación, redención y reconciliación; que nuestra Misión es sabotearla, no ofrecer nuestra levadura para su más plena realización; que nuestra misión es «salar» esta sociedad, no ser sal en la medida que le de un mejor sabor; que nuestra misión es «quemar» esta sociedad, no regular sabiamente nuestro calor hasta ser sólo luz que sirva para iluminar nuestros lugares oscuros; entonces, todo esto sobra, todo está demás. Doy por sentado, aunque pudiese pasar por ingenuo, y tal vez lo sea, que existe en ustedes esa convicción positiva de nuestra misión y ese reconocimiento serio de nuestra realidad social. De otra manera, afirmo responsable y francamente, que éste no es el lugar propicio para reunimos, amparándonos irresponsablemente en una misión que no reconocemos como nuestra, ni tampoco ésta sería la hora. Todo esto como conviene a hombres que lo sean de verdad.
Entramos, pues, en nuestro tema. La Misión de la Iglesia tiene un nombre específico: TESTIMONIO. Tiene específicamente una característica o peculiaridad: PROFETICA. Tiene un propósito único: EVANGELIZAR.
ESPERO HABERTE AYUDADO